Sobre la historia de La dama de la radio cubana, María Valero…


Por: Alejandro Batista

Recientemente en el horario de la telenovela cubana, se comenzó a transmitir El derecho de soñar. La producción audiovisual nos acerca a la historia de la radio en Cuba y constituye un homenaje a sus fundadores y continuadores.

En el elenco actoral encontramos a la querida actriz ariguanabense Yaremis Pérez, interpretando a la célebre María Valero. Sobre la historia de La dama de la radio cubana, María Valero, conocerás hoy al acercarnos a nuestras raíces.

María Valero (izquierda) interpretada por Yaremis Pérez.
María Valero (izquierda) interpretada por Yaremis Pérez.

María de los Dolores Valero Sisteré nació en Madrid, en 1909. Hija del cubano por nacimiento Ricardo Valero y de la madrileña Ana Sistiré, dio sus primeros pasos en las artes escénicas en el Grupo de Declamación, creado por su padre. Su talento, hermosa voz, expresividad y porte distinguido, le ganaron desde temprano el favor del público. Debutó en el teatro con 15 años, pero se alejó de las tablas al contraer matrimonio con un afamado médico cirujano. Las incomprensiones mutuas y la añoranza de María por su vida profesional, llevaron a la disolución del matrimonio.

Cuando estalló la Guerra Civil Española, no vaciló en incorporarse como enfermera al Cuerpo de Sanidad del ejército madrileño y fue asignada al Hospital Obrero. Por su entrega a la labor humanitaria se ganó el nombramiento de Jefa de la ayuda a los hospitales. Acompañó el traslado de heridos hacia Francia y fue reclamada, como hija de cubano, por su tía Pilar Bermúdez, residente en La Habana.

Angustiada por no tener noticias de su familia, emprendió María Valero su viaje hacia La Habana. Residió por un tiempo con su tía en La Víbora. El 20 de noviembre de 1939 presentó su solicitud de ingreso en la Asociación Cubana de Artistas Teatrales. Comenzó a trabajar en la emisora Radio Habana Cuba y con sus ahorros ayudaba a la familia en Madrid. Paso a paso, su calidad como actriz logró atraer la preferencia de los amantes de la radio. Escritores, directores y actores, se deslumbraron ante su voz: emotiva, grave, cálida y su dicción perfecta.

Su gran éxito lo alcanzó en la RHC Cadena Azul con La Novela del Aire, junto al galán Ernesto Galindo. Al pasar al Circuito CMQ siguió cosechando éxitos.

La Agrupación de Crítica Radial Impresa la reconoció por TRES años consecutivos como la mejor actriz del año, lo que le permitió recibir el salario máximo como primera figura. Disfrutaba ver bailar a Alicia Alonso. Tejía y regalaba sus tejidos a los hijos de sus amigas. Coleccionaba muñecas y gatos de porcelana. Aficionada a la fotografía, colocaba en su casa instantáneas de artistas que visitaban La Habana.

Sin lugar a dudas el personaje interpretado por María Valero que caló más hondo en el público cubano fue el de Isabel Cristina, en la radionovela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet.

El 26 de noviembre de 1948, acompañada por artistas amigos, acudió a ver el paso de un cometa por el cielo de la capital cubana. Cruzando la calle, un carro enredó con su defensa el vestido de la actriz española. Fue arrastrada y destrozada por las ruedas. El chofer, en estado de embriaguez, tuvo que ser obligado por la policía a trasladar el cuerpo de María hasta la Casa de Socorros de la calle Corrales, pero ya era tarde. La Valero yacía sin vida y la nefasta noticia corría como un relámpago por La Habana.

Su cadáver fue expuesto en la funeraria Caballero, de la calle 23, y hasta allí comenzó a llegar el pueblo espontáneamente para rendirle honores. Un tul sobre el cristal del féretro y una mantilla negra cubrieron el rostro maltrecho de la artista. Colegas de la CMQ y su amigo Ernesto Galindo, de la RHC Cadena Azul, le realizaron la guardia de honor.

Su entierro fue uno de los acontecimientos más recordados del siglo XX. Una cola de 8 cuadras de largo, con personas de todas las edades y procedencias, no cesó en toda la noche y madrugada. El locutor Germán Pinelli despidió el duelo en la Necrópolis de Colón. Moría así la actriz pero se consolidaba para siempre la leyenda.

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