El 14 de agosto de 1870, el universo cultural cubano perdía a una de las figuras claves del Nacionalismo Musical.

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Por: Lic. Alejandro Batista

Manuel Saumell Robredo fue un reconocido pianista cubano, especializado en las contradanzas y en la adaptación de óperas y de canciones de otros artistas.  Tocaba el piano en las iglesias. Hacía crítica en la prensa bajo el seudónimo de El Timbalero y daba clases a personas cercanas a él.

Con su muerte, acaecida el 14 de agosto de 1870, el universo cultural cubano perdía a una de las figuras claves que iniciaron el llamado nacionalismo musical.

Nacido el 19 de abril de 1818 en La Habana, fue catalogado como un precoz en la música, a pesar de que se vio obligado a estudiarla de forma autodidacta. Nacido en el seno de una familia humilde, no pudo asistir a una escuela de música.

Su padre, el catalán Cristobal Saumell, fue un hombre de pensamiento revolucionario que le mostró a corta edad sus ideales y las inconformidades con el gobierno de la Isla, liderado por Tacón.

Escribió sus primeras producciones musicales alrededor de los 15 o 16 años, justo cuando estaba aprendiendo a tocar el piano con la ayuda de su profesor Juan Federico Edelman y cuando fue rendido admirador del estadounidense Louis Moreau Gottschalk.

Poco después de cumplir los 20 años se atrevió con una ópera que tendría de telón de fondo los escenarios y el ambiente capitalino. Alejo Carpentier afirmó que con el nacimiento de la obra de Saumell, fueron fijados y pulidos los elementos constitutivos de una cubanidad que hasta entonces estaban perdidos.

Maurice Pyke, director de la ópera italiana, le enseñó conocimientos de armonía, contrapunto, instrumentación y fuga. Uno de los sucesos más importantes de la vida de Saumell fue su nombramiento como presidente de la sección de música de la Filarmónica Santa Cecilia.

Aunque Manuel Saumell Robredo provenía de una familia de escasos recursos, con el pasar de los años, realizó inversiones de capital por medio de su amigo y corredor de compraventas, el pianista Pablo Desvernine. Contrajo matrimonio con Concepción Amegui, una mujer natural de La Habana hija de una familia acomodada, con la cual tuvo tres hijos.

Algunas de sus obras más reconocidas son Los ojos de Pepa; El Pañuelo de Pepa; La Tedezco (que estaba dedicada a la soprano italiana Fortunata Tedezco); Luisiana (dedicada a su amigo Gottschalk) y La Virtuosa (que era una contradanza-minuetto dedicada a su amigo Pablo Desvennine.

Manuel Saumell Robredo transformó de manera impactante el estilo de la música cubana que hasta entonces estaba disperso en el ambiente y no salían de las casas de baile. Dejó un detalle muy personal en su estilo, que fue asimilado a lo largo de su vida en las salas de baile y con la compañía de sus contemporáneos, quienes, al igual que él, eran unos increíbles visionarios.

Las enseñanzas de su maestro italiano Pyke también marcaron las contradanzas de su autoría, en las cuales aparecen, por vez primera, claves rítmicas de la música popular cubana que se escuchaba en el siglo XIX. El 14 de agosto de 1870, falleció en La Habana, a los 52 años de edad y en plenitud de facultades.