Entre el apetito y la ansiedad


El deseo continuo de saciar el apetito conduce a una ingesta excesiva de calorías que, aunque puede parecer inofensiva, con el paso del tiempo causa un importante incremento de peso. Lo que muy pocos alcanzan a imaginar es que esos deseos incontrolables por la comida pueden tener su origen en la práctica de algunos hábitos cotidianos.

¿Sabes qué cosas te causan hambre? No dormir lo suficiente es una de las causas. Las personas con trastornos de sueño suelen tener más ansiedad por la comida que aquellos que logran dormir sin interrupciones.

Se cree que el chicle ayuda a “engañar al estómago” permitiéndonos saciar el hambre, esto no es del todo verdad. La saliva que se genera al comer chicle hace que el estómago reciba una señal preparándose para digerir los alimentos. Las personas que acostumbran a consumir chicle con asiduidad experimentan continuos deseos de comer dulces y grasas, dado que es un producto rico en azúcares artificiales.

El consumo excesivo de bebidas alcohólicas aumenta la sensibilidad del cerebro ante las señales externas de los alimentos, como sus olores, provocando intensas ganas de comer. Saltarse el desayuno también contribuye a mantenerse con hambre durante el resto de la mañana.

La deshidratación aumenta la sensación de fatiga y, al igual que la falta de sueño, hace que el cuerpo necesite fuentes de “combustible” para trabajar con normalidad. Por lo tanto, en lugar de ingerir alimentos ricos en calorías, lo idóneo es aumentar el consumo de agua y líquidos saludables que no causan hambre.

Los continuos episodios de estrés incrementan las ganas de comer a lo largo del día. Este estado emocional le dice al organismo que necesita abastecerse de combustible, ya que, para contrarrestar sus efectos, tiene que invertir más energía. Procura evitar todas estas situaciones y, en cuestión de días, notarás que tienes más control sobre tus deseos por comer.

Fuente: Internet

Janet Pérez Rodríguez
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