En una era caracterizada por la tecnología instantánea y la comunicación constante, los buenos modales parecen haberse desvanecido en el éter digital. Es hora de un llamado de atención, un recordatorio de que la cortesía no es cosa del pasado, sino un pilar esencial para una sociedad civilizada.

Sí porque los modales no se limitan a las mesas de comedor elegante; son un reflejo de nuestro respeto por los demás y de nosotros mismos. Saludar con un simple «hola» o un «buenos días», sostener la puerta para alguien, pedir permiso antes de tomar algo, estas son pequeñas acciones que pueden marcar una gran diferencia.

Desafortunadamente, el individualismo desenfrenado y la gratificación instantánea han erosionado los buenos modales. Muchas personas están demasiado ocupadas consigo mismas como para tomarse un momento para ser amables. Las redes sociales fomentan una cultura de autocomplacencia, donde el respeto por los demás a menudo se sacrifica en aras de los «me gusta» y los «retweets».

Pero los buenos modales no son solo un conjunto de reglas arbitrarias; son la base de una convivencia armoniosa. Nos permiten interactuar con los demás de manera respetuosa y productiva. Cuando nos comportamos cortésmente, creamos un ambiente positivo en el que todos se sienten bienvenidos y valorados.

Desde mi punto de vista, recuperar los buenos modales no es una tarea fácil, pero es esencial para reconstruir una sociedad basada en el respeto mutuo y la comprensión. Comienza con cada uno de nosotros, haciendo un esfuerzo consciente para ser más cortés en nuestras interacciones diarias.

Recordemos: los buenos modales no son solo para ocasiones especiales; son para todos los días. Son el pegamento que une a las comunidades, nos hace mejores seres humanos y nos ayuda a crear un mundo más amable y civilizado.

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