Carmen Laura, entre cactus y suculentas, es feliz

En los últimos tiempos el cultivo de cactus y suculentas se ha extendido, sobre todo para quienes buscan decorar espacios en sus hogares. Pero hay muchos como yo, que van un poco más allá y de la nada lo que fue una planta, aumentó el deseo de coleccionar.

Podríamos decir que es una obsesión sana, natural, pegadiza y a la vez excitante. Desandando por las redes sociales, donde existen diferentes páginas para compartir y encontrar esas especies que no poseo, y que recomiendo a los demás, pues constituye una vía para descubrir nombres, curiosidades e interactuar entre coleccionistas, hallo el vivero de una joven llamada Carmen Laura, precisamente en San Antonio de los Baños.

El vivero de Carmen LauraLos cactus y las suculentas son las plantas que cualquiera desearía tener en casa. Son perfectas si tienes bastante tiempo para dedicarles a ellas o si no paras ni un segundo por casa, pues son muy agradecidas.

Eso lo conocía desde siempre. El aspecto espinoso que las distingue y su hábitat lo evidencia. A este tipo de plantas llegué por accidente. Durante una visita familiar, hace poco más de cuatro años, logré llevarme por regalo algunas variedades que cuidé con afán. Con ellas luego empujé, literalmente, a una amiga a acompañarme en una especie de competencia-compilación mientras ella superaba una enfermedad terminal.Regreso al inicio. ¿Cómo conocí a Carmen Laura? Resulta que para ayudar a una compañera de trabajo que sufre una pérdida familiar la convoqué a caminar hacia este vivero que vi en Facebook.

Allí nos recibió Carmen Laura Armas García, joven menuda y servicial de 24 años, recién graduada de Medicina. A ella también los cactus y las suculentas la unen a una experiencia personal.

«Todo surgió cuando estaba un poco mal pues tenía a mi abuela enferma. Una buena amiga que se dedica a sembrarlas un día se apareció con una caja llena de cactus y me dijo: dale para que te embulles y salgas del bache, y así empecé, me comentó en una especie de entrevista improvisada en medio del temor de hablar para la radio.

«Me fascinaron desde el principio y ella me fue enseñando poco a poco lo que tenía que hacer, cómo injertarlos, reproducirlos. Aquello me cambió la vida. Yo enfrentaba todo con una actitud diferente. Cuando más estresada estaba me ponía a cuidarlos y se me olvidaba todo, salía como nueva», refirió.

Pudiera parecer que no, pero los cactus y las suculentas son un símbolo de equilibrio y un talismán protector para aquellos que viven bajo su mismo techo, según plantea la técnica china del Feng Shui, basada en la ocupación armónica y consciente del espacio para lograr una influencia positiva en las personas.

Por otro lado, las espinas representan aspectos tan importantes como la seguridad, la protección y la persistencia. También purifican el ambiente y suponen una barrera contra la radiación electromagnética de los dispositivos electrónicos. Todo ello unido a la relajación, el entretenimiento y la ocupación del tiempo libre, constituyen variantes para superar obstáculos cotidianos. Así le sucedió a Carmen Laura, a mis amigas y hasta a mí.

Conociendo un poco sobre cactus y suculentas

«Adoro los cactus porque son diversos y muy agradecidos. Son plantas que a pesar de vivir con casi ninguna condición, perseveran. No llevan atenciones excesivas y sobre todo poca agua», me dijo Carmen Laura en un diálogo informal mientras admiraba los disímiles injertos que posee.

Para quienes son conocedores o estudiosos del tema quizás esto no les parezca novedoso, sé que para otros, sí. En realidad son los cactus y las crasas pertenecen a la familia de las suculentas. No están separadas, o sea los cactus son suculentas.

Las diferencias radican en el lugar donde crecen y la manera en que guardan el agua. Los cactus son conocidos como los reyes del desierto pues viven en lugares donde la lluvia es insuficiente. Sus hojas son espinas y con ellas se protegen del sol. Esas espinas recogen las gotas de agua del rocío de la mañana y a la vez son las que le dan la vida a la planta.Por otra parte, las crasas son capaces de gestionar el agua, la almacenan en distintas partes y la guardan por si el líquido escasea. Sus hojas son el recipiente para acopiar la sustancia vital. Es el riego el que hace que sean más o menos carnosas.

Sobre todo eso conversamos aquella tarde, entre mammillarias gracilis, kalanchoes, euphorbias, haworthias y otras tantas especies.

«He combinado la medicina con el cultivo de cactus y suculentas, de ellas aprecio su diversidad. Algo sorprendente es que la gran mayoría de los cactus florecen, hasta el que uno crea imposible lo hace. Siempre son preciosas las flores, hasta el más raro.

«Con el paso del tiempo junto con mi aprecio creció la colección y los hijitos los iba vendiendo, es una forma de obtener ingresos para adquirir nuevas variedades.

«La principal ayuda para lograr el invernadero que reproduce el entorno propicio de estas plantas fue de mi hermano Divier Armas y mi novio Yasmany Rodríguez. Ellos son los que me ayudan con las macetas, las bolsas. Mi novio me instaló el sistema de riego, expresó agradeciendo a su familia.

«Invito a las personas a adentrarse en el mundo de los cactus. Ellos dan una paz espiritual inmensa, son como un punto de referencia en la casa, todo gira alrededor de ellos y de buscar un tiempo para ir a atenderlos».

Llegar al vivero de Carmen Laura es fácil. Se halla en la finca Arango, justo a la izquierda de la Punta de Rosa yendo hacia Los Pilotos. Es esta la segunda propiedad a la derecha de la carretera.

Pero no solo encontrará cactus y suculentas. Multiplicidad de begonias, helechos, patas de elefante, rosas y otras que forman parte del entramado natural que han construido Carmen y su familia.