Por: Alejandro Batista Martínez
FUENTE: Recortes de prensa de El Artemiseño
“La música tiene un componente académico, indispensable para componer y ejecutar un instrumento, pero ese aprendizaje no basta. Si quieres ser músico de verdad tienes que abrir tus poros y el corazón a la experiencia y la intuición humanas,… a la cultura y a la sensibilidad”. Así lo consideró y materializó Sergio Vitier García-Marruz. Sobre la obra de este imprescindible de la historia musical cubana le acercaremos, en este encuentro con nuestras raíces.
Uno de los músicos más completos, auténticos y raigales de la cultura cubana en el último medio siglo fue Sergio Vitier García-Marruz. Nacido en 1948 fue el primogénito de los escritores Fina García Marruz y Cintio Vitier Bolaños. Tuvo un temprano paradigma en la familia: su tío Felipe Dulzaides, jazzista y formador de intérpretes en sus agrupaciones.
Su hermano José María Vitier es otro imprescindible en la historia de la música cubana. Estudió guitarra con Elías Barreiro e Isaac Nicola. Completó su formación con Leo Brouwer, Federico Smith, José Loyola y Roberto Valera. Bebió de la sabiduría de hombres y mujeres portadores de tradiciones de origen africano. Su obra se caracterizó por la síntesis de las culturas fundacionales de la identidad cubana.
Junto al folclorista Rogelio Martínez Furé, Sergio Vitier desarrolló una labor encomiable con el grupo Oru. Transitó por los más diversos ámbitos de la creación sonora con criterio propio. Su indiscutible magisterio en la composición y la interpretación de la guitarra lo hizo merecedor del Premio Nacional de la Música en el 2014.
Decisivo resultó su aporte como autor e intérprete al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y al cine cubano en general. Filmes como De cierta manera, El Brigadista, Caravana y Roble de olor contaron con sus creaciones en su banda sonora. Junto a su hermano José María compuso e interpretó la música para la serie de televisión En silencio ha tenido que ser.
La discografía de Sergio Vitier registra álbumes que alcanzaron lauros significativos. Homenajes recibió el Premio de la EGREM en 1997, mientras que Travesía y Nuestra Canción merecieron el Premio Cubadisco. Tributó obras meritorias para la danza y el teatro. Cubrió una amplia gama, desde piezas para la guitarra hasta formatos sinfónicos. A inicios de la década del 2000 fijó su residencia en una finca de la localidad de Guachinango, en el municipio de Caimito. Falleció en La Habana, el primero de mayo de2016, a los 68 años de edad, víctima de un accidente cerebrovascular.
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