Por: Lic. Alejandro Batista.

“La educación ¿quién no lo sabe? Es ante todo una obra de infinito amor”. Miles de hombres y mujeres cubanas y en especial, hijos e hijas de la Villa del Ariguanabo, han formado parte de ese ejército de evangelios vivos, encargados de transmitir el pan de la enseñanza de una generación a otra.

Alquízar vio nacer, el 25 de junio de 1937, en el seno de una familia humilde, a Haydis Amaro Sierra. Influida, quizás, por la tradición pedagógica de su pueblo natal, se dedicó al magisterio. Cursó la enseñanza primaria en la escuela Julio Valdés Collazo.

Al concluir el sexto grado se preparó, junto a su hermana Gloria, para el ingreso a la Escuela Normal para Maestros de La Habana. Aprobados los rigurosos exámenes de admisión, matriculó en ese centro docente en 1950 y se graduó 4 años más tarde. En 1955 pasó a trabajar en la Academia Privada Pitman de San Antonio de los Baños. Identificada con las ideas revolucionarias, se acercó a La Historia me Absolverá. Con el triunfo de la Revolución, junto a su hermana, ejerció como maestra de una Cuba libre y soberana. Se integró rápidamente a los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y las Milicias Nacionales Revolucionarias. En 1963 fue seleccionada para formarse como profesora de nivel medio y superior de Física y Química. Su rendimiento académico le permitió integrar el claustro del Instituto Pedagógico Enrique José Varona, pero declinó esa posibilidad para permanecer en Alquízar. Trabajó en la Secundaria Básica Magoon Villena y posteriormente se desempeñó como metodóloga municipal de Química. Su quehacer pedagógico la hizo acreedora de múltiples reconocimientos y condecoraciones. Sencilla y honesta hasta los últimos días de su vida, fue ejemplo de educadora revolucionaria. En su pueblo natal la muerte la encontró el 8 de enero del 2004.

María Paulina Rodríguez Pereira se inició en el sector educacional en junio de 1961, al graduarse del primer curso para asistentes de círculos infantiles. En abril del 1962, María Paulina, se incorporó como Maestra Voluntaria en el primer grado de la escuela Fernando Figueredo, de Santa Cruz del Sur, provincia de Camagüey. Al llamado de la Revolución para incorporarse a las actividades docentes en las montañas, fue ubicada en territorios del Tercer Frente Oriental. En 1965 pasó a la escuela Lenin, de Güira de Melena y al curso siguiente se trasladó para Alquízar, laborando sucesivamente en los centros Camilo Cienfuegos, Ramón Castro y Enrique Hart Dávalos, en el grado preescolar. Con 33 años de vida laboral, recibió las medallas de la Alfabetización, xx aniversario de las FAR y la Rafael María de Mendive. Galardonada durante varios cursos como Mejor Maestra de Preescolar, recibió la condición de Educador Ejemplar y Educadora Destacada del Siglo XX. Acogida a la jubilación, continuó brindando su apoyo y experiencia a las jóvenes generaciones de educadores. Miembro de la sección de jubilados del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte y de la junta municipal de la Asociación de Pedagogos de Cuba en Alquízar. Goza de prestigio entre los estudiantes, padres, compañeros y en la comunidad, siendo ejemplo de educadora comprometida con su patria.

Celia de Cárdenas Venciana nació en Quivicán el 17 de enero de 1880. Desde muy joven sintió inclinación por el magisterio. En 1899 se inició en la escuela pública número 2 de hembras de su pueblo natal. Laboró allí durante 50 años. Cuentan que el uniforme de dicha institución fue costeado por ella. Martiana hasta la médula, con su propio salario financió el busto de José Martí que se encontraba en su escuela. Alcanzó la condición de Maestra Emérita. En 1952 se retiró congratulada por su noble, ardua y abnegada labor con varios reconocimientos. A los 80 años de edad su corazón dejó de latir, el 9 de marzo de 1960.

FUENTE: Fichas en poder del autor.