Por: Alejandro Batista Martínez

FUENTE: Fichas en poder del autor.

La historia de San Antonio de los Baños está colmada de acontecimientos y personalidades que han trascendido hasta hoy por sus hazañas. Sobre algunos hombres imprescindibles de nuestro terruño, ya le acercamos en este encuentro con nuestras raíces.

El reinicio de las luchas por la independencia, el 24 de febrero de 1895, compulsó a los cubanos a lanzarse a la manigua. Muchos hijos del Ariguanabo se fueron incorporando al Ejército Libertador, y algunos de ellos alcanzaron altos grados dentro del mambisado. Durante la Guerra Necesaria se destacaron los hermanos José Clemente, Antonio y Manuel Vivanco Hernández. José Clemente era abogado y periodista. Durante la contienda alcanzó el grado de General de Brigada. Su hermano, el coronel Antonio Vivanco Hernández, acompañó al Mayor General Serafín Sánchez Valdivia y cruzó dos veces la trocha de Júcaro a Morón. En la República fue electo como primer alcalde de San Antonio de los Baños. Por su parte, Manuel Vivanco Hernández recibió las insignias de Comandante.

Otro destacado combatiente fue Daniel Gispert García. Incorporado al Estado Mayor del Cuarto Cuerpo de Las Villas, fue posteriormente su Jefe de Sanidad. Participó en la invasión a Occidente y al finalizar la guerra era General de Brigada. En la época republicana ocupó diversas responsabilidades, llegando a ser Presidente de la Junta Superior de Sanidad.

El doctor Matías Duque de Estrada Perdomo, concluyó la guerra de 1895 con grados de Coronel. Médico cirujano de profesión, en la República ocupó la Secretaría de Sanidad durante el gobierno de José Miguel Gómez. Apodado Chimbín, el ariguanabense Jesús Planas, alcanzó las insignias de Teniente Coronel. Los patriotas Tito Illera Smith, Miguel Francisco Porto, Adolfo Villas y Mariano Porto Rivero, llegaron a ser comandantes. Sobre los hombros de José María Navarrete, Manuel Almeida y Martín Alpízar, recayeron los grados de capitanes del Ejército Libertador. Mientras que los tenientes Manuel Sánchez Almeida y Juan Jorge, también jugaron su rol en la gesta libertaria convocada por el Apóstol de la Independencia de Cuba.

Ignacio Cervantes fue uno de los compositores cubanos más destacados del siglo dieciocho. Este virtuoso del pentagrama residió en 1856 con su familia en San Antonio de los Baños. Su padre era el abogado y músico Pedro Cervantes, quien desempeñaba el cargo de Alcalde Corregidor de la Villa del Ariguanabo. Ignacio fue expulsado de Cuba en 1875 por su contribución económica a la guerra de los 10 años.

Marchó a los Estados Unidos y se incorporó a las filas de los patriotas que trabajaban infatigablemente por la independencia de la Isla. Su cubanía se hizo sentir aún más en tierras extrañas, donde escribió tres danzas para cuatro manos, que interpretaba en unión de su esposa. En obras como Los delirios de Rosita, La camagüeyana y Los muñecos, supo captar y utilizar adecuadamente los elementos melódicos de origen africano que bullían en los ambientes más populares de su época. Pudo como nadie ubicar esas células rítmicas en el lugar apropiado y combinarlas entre sí, creando un ambiente sonoro cubano que brota en cada una de sus notas sin perder el empaque romántico.

Al volver a Cuba en 1878 con la Paz del Zanjón, sintió tal alegría que compuso Vuelta al Hogar, una de sus páginas más llenas de euforias y regocijo criollos. Ignacio Cervantes pasó a la historia como compositor por la creación de danzas para piano, obras con las que alcanzó la plenitud el criollismo romántico musical. La glorieta de Almendares fue la única de sus piezas hechas para bailar. El enriquecimiento pianístico que por una depurada técnica le imprimió a sus danzas, convirtió a esas pequeñas piezas en verdaderas obras de arte. Hizo de la danza uno de los más altos y fieles exponentes de la música cubana en los finales del siglo XVIII.

 

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