Alejandro Batista Martínez

FUENTE: Fichas en poder del autor.

El martirologio cubano es muy amplio pero en nuestras localidades hay nombres que se destacan.

De origen campesino, Miguel Perera Ortega nació en Vereda Nueva, el 29 de septiembre de 1937.

Concluidos los estudios primarios en su pueblo natal, ingresó en la Escuela Técnica Agrícola José Martí, de Rancho Boyeros.

Obligado por la situación socioeconómica que atravesaba el país, tuvo que comenzar a trabajar para ayudar a sus padres. Por tal motivo no pudo terminar sus estudios.

Cuando se produjo el asalto al cuartel Moncada, en 1953, comenzó a mostrar sus inquietudes revolucionarias. Organizó una célula del Movimiento 26 de Julio en Vereda, con la que desarrolló misiones de acción y sabotaje.

En 1958, en vísperas del 10 de marzo, el grupo recibió la orden de realizar acciones.

A Miguel le ordenan colocar un petardo en un solar yermo al fondo de la iglesia, pero debido a un desperfecto técnico le estalló en sus manos. Con la ayuda de sus vecinos de Vereda Nueva, Miguel Perera fue curado, ocultado y trasladado a Guanajay.

Al ser bloqueadas las carreteras por la Guardia Rural, no fue posible su envío a las montañas pinareñas.

En tales circunstancias se trasladó para La Habana. El Movimiento le gestionó exiliarse en la Embajada de Venezuela, pero él no aceptó.

Cuando se logró contactar con las fuerzas que operaban en el Escambray para que se alzara, fue sorprendido por un esbirro.

Trasladado a la Cuarta Estación de Policía, sufrió torturas y vejaciones.

Con apenas 20 años, nueve balazos segaron su vida. Su cadáver quedó abandonado en una esquina habanera, el VEINTICINCO de julio de MIL 958.
SON: DESTACA TEMA A P.P. A SEÑAL BAJA A S.P Y MANTIENE
LOC: El DIECISEIS de julio de MIL 926 nació, en la finca San Miguel del barrio de Capellanías, Carmelo Noa Gil. Hijo de campesinos pobres, desde niño se dedicó a la agricultura. Ayudaba a sus padres en los quehaceres del campo, alternando el estudio con el trabajo. En la Escuela Pública número TREINTA Y SEIS estudió hasta el quinto grado. A los CATORCE años tuvo que abandonar la escuela para laborar como traseguero de leche para ayudar económicamente a su familia. Se empleó con un mísero jornal y trabajó en este lugar hasta su muerte. Su amistad con el revolucionario artemiseño Julito Díaz González lo introdujo en el grupo de conspiradores que entró en contacto con Fidel Castro. Era Carmelo Noa alegre pero firme, siempre dispuesto a manifestarse contra cualquier injusticia. Militaba en el Partido Ortodoxo y la muerte de Chibás lo afectó grandemente.

Al producirse el cuartelazo del 10 de marzo de 1952, expuso ante su familia: Esto no lo podemos permitir. Cuando suene el primer tiro, allí estaré yo.

Fue uno de los 6 jefes de células de Artemisa. En su finca se reunían varios jóvenes revolucionarios para realizar prácticas de tiro.

Para no despertar sospechas en sus familiares decía que iban a cazar y a bañarse en el río. Destacaba por su puntería e integró el grupo de vanguardia que debía tomar la posta 3 del cuartel Moncada.

El 24 de julio de 1953, Carmelo solicitó permiso en su trabajo para ausentarse por algunos días con el pretexto de asistir a los carnavales de Santiago de Cuba, permiso que le fue concedido pues era un empleado eficiente y cumplidor. Se despidió de su familia y partió acompañado de Julito Díaz.

En la relación de muertos que ofreció la prensa apareció su nombre y en una foto publicada en Bohemia se le pudo identificar. Dejó al morir un hijo.

Después del asalto al Moncada, los esbirros Pantoja y Carratalá registraron su finca de Capellanías y encontraron en una cueva las dianas de tiro, cápsulas vacías y los nombres de algunos de los participantes en las acciones del 26 de julio.

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