Jilma Madera y el Martí del Pico Turquino

La escultora Jilma Madera Valiente murió en La Habana, el 22 de febrero del año 2000.

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Lic. Alejandro Batista.

Jilma Madera Valiente trascendió su tiempo por su capacidad y habilidades como escultora, profesión para la cual demostró una sensibilidad exquisita. Se le reconoce como la primera mujer en esculpir una figura de la talla del Cristo de La Habana, con sello propio y original.

Legó una valiosa obra en Cuba y otros países como Puerto Rico y Estados Unidos. El primer monumento a Antonio Maceo en el Cacahual; el frontis de la Fragua Martiana; los relieves de Carlos Juan Finlay, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, son el resultado de su creativa labor. Con su talento creó el busto de José Martí ubicado en lo alto del Pico Turquino, en la Sierra Maestra.

Jilma Madera Valiente nació en Candelaria el 18 de septiembre de 1915. Cuando concluyó sus estudios en el Seminario Martiano de la Universidad de La Habana, ya estaba graduada de la Escuela Nacional de Pintura de San Alejandro y de The Art Student League de Nueva York.

Como integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano donó a la Fragua Martiana un busto del Héroe Nacional, esculpido con la motivación especial de hacer un Martí muy humano y plasmar su figura con contenido sicológico y que expresara en su mirada la profundidad de su pensamiento revolucionario.

En vísperas de 1953, año del centenario del Apóstol, la asociación martiana se propuso homenajear de manera distintiva la figura del Maestro, ultrajada y olvidada por el gobierno de Batista desde su golpe de Estado.

A propuesta de una de las antiguas alumnas del seminario martiano, Emérita Segredo, se proyectó la idea de ubicar un busto de José Martí en la montaña más alta de Cuba: el Pico Turquino. Según la propia Jilma, la decisión de cuál sería la imagen a colocar, fue de María Mantilla, quien había visitado Cuba en 1953.

Se involucró entonces en la expedición que se organizó, aportando voluntariamente parte de los recursos financieros necesarios, con el objetivo de colocar el busto en la cima más alta del país. Quiso el azar y la historia que en ese empeño conociera de cerca a Manuel Sánchez Silveira, ferviente patriota y martiano, y también a su hija Celia Sánchez Manduley; ambos partícipes de esta encomiable obra.

Jilma Madera narró en una entrevista concedida en 1983 al periódico Granma:      “Cuando develamos el busto de Martí en el Turquino, me sentía una persona lograda, No solo porque había contribuido a situarlo en la montaña más alta de Cuba, sino porque, interiormente consideraba que flagelábamos al tirano.

Sin embargo, interiormente también temía que el noble gesto iba a quedar en el olvido. Pero como decía Martí: honrar héroes, los hace. Y Fidel, con su gesto liberador le dio la permanencia histórica que merecía”.

Jilma Madera Valiente murió en La Habana, el 22 de febrero del año 2000, a los 84 años de edad y aunque tuvo que interrumpir su labor creadora en 1960 por el glaucoma, No dejó de contribuir al desarrollo de la cultura cubana, convirtiéndose en una promotora cultural.

En el Turquino se conserva, de cara al sol, para orgullo de los cubanos, el monumento a José Martí y en su base aparece una lápida cuyo texto también fue propuesto por su creadora y seleccionado entre muchos otros mediante un concurso que al efecto se organizó en su momento: “Escasos como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entraña de nación o de humanidad”.

 FUENTE: Centenario de Jilma Madera, por Maryuska Hernández Reyes, en Boletín Revolución de la Oficina de Asuntos Históricos, septiembre de 2015.

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