Alejandro Batista Martínez
FUENTE: Fichas en poder del autor.
El cólera es una enfermedad infectocontagiosa intestinal aguda, provocada por la bacteria Vibrio cholerae, que produce una diarrea secretoria caracterizada por deposiciones semejantes al agua de arroz, con un marcado olor a pescado, una elevada cantidad de sodio, bicarbonato y potasio, y una escasa cantidad de proteínas.
En su forma grave, se caracteriza por una diarrea acuosa de gran volumen que lleva rápidamente a la deshidratación.
Sobre los estragos causados por el primer brote de cólera en Cuba y las medidas tomadas para enfrentarlo, le acercamos en este encuentro con nuestras raíces.
En los meses de febrero y marzo de 1833 el cólera afectó La Habana.
El primer caso fue José Soler, un catalán recién llegado de los Estados Unidos.
El doctor Manuel José de Piedra examinó al paciente, convenciéndose de que estaba en presencia de la enfermedad.
En horas de la noche falleció el primer contagiado y se reportaron cuatro esclavas enfermas en casa del acaudalado Pancho Marty.
La noticia del estallido de un brote de cólera desconcertó a los habaneros y desató la repulsión popular hacia el primero en diagnosticarla, el doctor Manuel José de Piedra.
Se dice que fue apedreado en las calles pues le reprochaban que no lograra salvar a ninguno de sus pacientes contagiados. El galeno tuvo que hacerse acompañar de escolta policial.
La epidemia generó también una agria disputa entre José Antonio Saco y el español Ramón de la Sagra.
El peninsular achacaba la enfermedad a los negros africanos. Saco recordó a su oponente que el origen del cólera había sido el catalán José Soler, a quien las autoridades sanitarias del puerto habanero no pusieron oportunamente en cuarentena.
Para combatir el cólera Saco recomendó un sistema de sanidad más eficiente y la limpieza de la ciudad y las viviendas. Se sugería además evitar las grandes reuniones.
Para desgracia de los habaneros las autoridades coloniales españolas no pudieron controlar el brote.
Fallecieron por el cólera monseñor Valera Jiménez, a 12 días de asumir el Obispado de La Habana, y el pintor Juan Bautista Vermay, director de la Academia San Alejandro.
El alcalde Carlos Pedroso y Pedroso sacó a su familia de la ciudad para evitar el contagio y promovió que otros lo hicieran.
En ese empeño muchos fueron alcanzados por el cólera en el camino real, sin asistencia médica ni ayuda de ningún tipo.
Hasta el controvertido doctor Piedra fue víctima del cólera y logró salvarse vida gracias a su sabio colega Tomás Romay Chacón.
Entre las medidas adoptadas por el poder colonial español para contener el cólera estaba la obligatoriedad de pintar las fachadas de los edificios con un compuesto de cal, masilla y cloruro.
Utilizar pañuelos empapados de vinagre o en soluciones de alcanfor se suponía que evitaba el contagio.
En las plazas ardían hogueras y a la entrada de los hospitales se quemaba brea. Y por si fuera poco, desde las fortalezas militares de La Habana se disparaban cañonazos tres veces al día, para sacar el cólera de la atmósfera.
Nada podía hacerse con un sistema de gobierno ineficiente y una Medicina con 30 años de atraso.
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