Por: Lic. Alejandro Batista.

Aunque esta anécdota ocurrió en el mes de febrero de 1962, algunos afirman que su historia se remonta a más de un siglo atrás en La Habana.

Resulta que en 1843 llegó a La Habana el banquero alemán Hermann Pietrich Upmann, un empresario visionario que al llegar a la Isla vio las oportunidades de negocio con que constaba Cuba por ese entonces. Invirtió en una fábrica de tabacos local ubicada en San Miguel 85 en La Habana y comenzó a producir puros bajo la marca H. Upmann.

Para 1844 Hermann Pietrich Upmann comenzó un negocio bancario con el nombre de Upmann y Compañía, teniendo de principio entre sus clientes a los comerciantes y fabricantes de tabacos. En 1868 se convirtió en una de las principales marcas del país, ganando 7 medallas de oro que aún adornan sus magníficas cajas. Se convirtió en el proveedor del monarca español Alfonso XII. Upmann adquirió un nuevo edificio en la calle Virtudes, y tras su muerte sus sobrinos heredaron el negocio.

Al comenzar la primera guerra mundial el banco Upmann se vio obligado a suspender sus operaciones, al ser puesto en una lista negra por el gobierno cubano debido al origen alemán de sus dueños. Con el crac de los años 20 el banco quebró y tuvo que ser rematado junto con la marca por solo 30000 pesos que era tan solo el 10 porciento de su valor.

En una década cambió 2 veces de propietario. Primero la adquirió José Solaún Grenier y, en 1937 la compró Alonso Menéndez García, dueño del almacén de tabacos Menéndez y Compañía. Su sede fue trasladada a su nuevo edificio, construido en la avenida de 20 de mayo número 520. Resultó ser la fábrica más moderna del país y la primera en producir cigarros con filtro.

Hermann Pietrich Upmann contrajo matrimonio con María Dolores Machín Iglesias. Tuvo intereses en el consejo de dirección de una fábrica de pastas italianas, de la Compañía Cubana de Fianzas y presidió la Compañía Industrial. Fue el principal propietario de la revista Social, fundada en 1917 por Conrado W. Massaguer y Alfredo T.

Quílez, destinada a las clases altas de la sociedad cubana. Tras la quiebra de Upmann y su muerte casi inmediata, su esposa María Dolores pudo recuperar algunas propiedades, con la ayuda de muchos amigos. En 1933 editó la revista Grafos, que emulaba con Social.

Esta emprendedora mujer colaboró con los insurreccionales opositores a Machado y en su propia casa dio refugio a miembros del Directorio Estudiantil Universitario. Amiga de Ramón Grau San Martín, durante su gobierno ocupó la presidencia del Patronato de la Corporación Nacional de Asistencia Pública, que tendría bajo su responsabilidad las creches para niños y los asilos de ancianos.

En febrero de 1962, el presidente John Fitzgerald Kennedy llamó a su despacho a uno de sus más cercanos colaboradores: Pierre Salinger, quien se desempeñaba como su secretario de prensa, para darle un encargo singular. Le dijo: “Pierre necesito 1200 puros Petit Upmann”. El periodista estupefacto, pero ávido fumador de puros salió a cumplir la encomienda presidencial y un día después antes de la llamada del presidente Kennedy, ya Pierre Salinger tenía en su poder alrededor de 1 puros de la prestigiosa marca.

Kennedy sonrió y abrió un cajón de su escritorio, tomó un gran papel y lo firmó. Era el decreto presidencial que prohibía la venta de productos cubanos en los Estados Unidos. Así, con esta peculiar historia, se afianzaba el cerco económico del gobierno estadounidense a Cuba, que persiste y se arrecia hasta hoy.

FUENTE: El singular encargo de Kennedy, de Juan Carlos Reyes Díaz.