El agua puede acabarse si no hacemos de ella un uso racional.
¡Gota a gota el agua se agota! ¿cuántas veces hemos escuchado este eslogan comunicativo tan pegajoso? Miles de veces, ¿verdad? Y tal vez sea precisamente eso, la reiteración en ocasiones exagerada de algunos mensajes, lo que imposibilita a muchos adoptar una conducta consecuente.
O quizás muy poca percepción de la condición de agotable del líquido vital, un recurso natural no renovable y del que el ser humano apenas dispone del uno por ciento a nivel planetario.
¡Y cuán necesaria es el agua! Que lo digan los ariguanabenses que durante mucho tiempo, en eso de abasto, bombeo y roturas somos unos expertos, situaciones que llevaron a adoptar los más diversos recipientes como fuentes de almacenamiento para disponer de él en casos de apuro.
Por eso me asombra que aún persistan conductas de derroche en algunos hogares, como los goteos de las llaves, los salideros y hasta el despilfarro durante horas de tanques desbordados.
Claro que no soy ciego a lo que ocurre también en las calles de esta ciudad, donde los salideros de las tuberías amenazan a veces con volverse nuevos ríos, pero esa no puede ser la justificación para gastar a manos llenas el recurso.
La aplicación de una nueva tarifa de precios para el consumo del líquido en los hogares a partir del mes de enero del pasado calendario, con la implementación de la Tarea Ordenamiento, debería ser, creo yo, un incentivo al ahorro.
Porque no es lo mismo pagar un peso por el servicio, como ocurría antiguamente, que siete ahora, y ello multiplicado por el número de habitantes del hogar.
Claro que la implementación del servicio metrado en todas las viviendas del municipio sería mucho más justo, pues los precios se adecuan al consumo real de agua.
No obstante, considero no hay defensa para dejar abierta la ducha mientras nos enjabonamos, ni para permitir correr el líquido de la llave durante el fregado de las vasijas.
Economizar es una acción muy simple que mucho aporta, no solo a la economía familiar, sino también a la del país, pues cuanto menos consumamos menos gastos en combustible y otros recursos invertirá Cuba para el suministro a la población.
Eso sí, es hora ya de que las autoridades de Acueducto y Alcantarillado ofrezcan soluciones a los salideros históricos presentes durante años en el Ariguanabo y reconozco el mal estado de las redes y las inversiones que se ejecutan para mejorar el servicio pero, sin dudas, aún son insuficientes.
Queda entonces a la conciencia personal la decisión de ahorrar, no por presión, sino porque debemos de una vez por todas comprender que el agua puede acabarse si no hacemos de ella un uso racional.
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