Por: Lic. Alejandro Batista.

El 13 de abril de 1994, organizada por el Círculo de Bellas Artes de La Habana, se inauguró una exposición de pinturas en la Sociedad de Instrucción y Recreo de Vereda Nueva. Ahí coincidieron las obras plásticas de dos artistas de la plástica


que prestigian el entramado de personalidades de la cultura ariguanabense. Sobre Rubén Suárez Quidiello y Roberto Diago Querol conversaremos hoy en este encuentro con nuestras raíces.

El 23 de agosto de 1915 nació en San Antonio de los Baños, Rubén Suárez Quidiello. Con 40 años se graduó en la Academia de Artes Plásticas San Alejandro. En 1953 fue merecedor del Premio Nacional de Pintura, con la obra Plaza del Río. Cuatro años más tarde recibió la Mención Especial del Salón de Oro de Cultura en La Habana.

En tiempos de la República neocolonial los centros principales de la vida cultural de San Antonio de los Baños eran las sociedades Círculo de Artesanos y el Centro La Luz, para blancos y negros respectivamente. Entre los animadores de esos espacios figuraba el nombre de Rubén Suárez Quidiello. Destacado por organizar exposiciones plásticas, hacer teatro y promover la publicación de revistas como Páginas del Círculo, Iris y el Boletín Oficial de la Cámara de Comercio. Con el triunfo de la Revolución vio coronadas sus ansias creativas. En la segunda quincena de enero de 1959, al crearse la Comisión Municipal de Cultura en la Villa del Humor, estuvo entre sus miembros.

En junio de 1961, por su iniciativa se creó el Taller de Artes Plásticas de San Antonio de los Baños, que funcionó bajo su dirección. Su labor creativa en beneficio de la localidad que lo vio nacer, le asegura un lugar cimero entre los hombres y mujeres que hoy reconocemos como promotores culturales.

Rubén Suárez Quidiello fue miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Internacional de Artes Plásticas de la UNESCO. En 1982 recibió la Distinción Por la Cultura Nacional. Su serie pictórica Reflejos, es un fiel testimonio de la vida cotidiana de los ariguanabenses, pues recoge los sitios, la arquitectura, los paisajes y la gente de su Villa natal. A pocos días de cumplir los 75 años, la muerte lo apartó de entre nosotros, el 2 de agosto de 1990.

Nacido en 1920, Roberto Diago Querol, ingresó en la Academia de Bellas Artes San Alejandro con 16 años. Asistió al Ensayo Experimental del Estudio Libre para Pintores y Escultores, en el año 1937. Se graduó de profesor de pintura y dibujo en 1941 y 5 años más tarde fue nombrado profesor de la Escuela de Artes Plásticas de Matanzas.

Formó parte del grupo de pintores que, influenciado por el arte moderno europeo, abandonó la línea académica. Estuvo entre los iniciadores de la incorporación de los elementos negros en la plástica cubana contemporánea. Las tradiciones africanas traídas por los esclavos y la interpretación de leyendas antillanas se reflejan en sus cuadros. Dentro de una atmósfera esotérica y subjetiva, propia del ritual africano, recoge las formas ñáñigas y dibujos rituales de estas agrupaciones. Ejemplo de ello es su obra El oráculo, de 1949. Con elementos simples y un dibujo preciso y consistente logra una composición equilibrada y armónica de alta expresividad.

Entre los años 1944 y 1948 tuvo una fecunda producción artística en la que destacan: La silla, Naturaleza muerta, Tinta y Figura. Trabajó el grabado en madera, ilustró libros de cuentos y diseñó escenografías de teatro popular. Participó en numerosas exposiciones nacionales e internacionales.

Estados Unidos, México, Argentina, Haití, España, Suecia, Guatemala, Francia y la Unión Soviética, recibieron su arte. Cuando la muerte lo sorprendió, en 1957, ya su obra era fecunda.

FUENTE: Fichas en poder del autor.