Tributo a Ana, la pionera por la emancipación de la mujer

La vida de esta camagüeyana es una muestra ejemplar de la batalla que han tenido las mujeres cubanas a través de los siglos.

———————————————————————–

Por: Damarys Arissa GonzálezPosada Hierrezuelo

Si bien exaltamos la figura de cada patriota insigne de la historia de Cuba, también es preciso honrar la memoria de las tantas mujeres que formaron parte de la gesta independentista. El heroísmo, la valentía y la emancipación de la tierra cubana nos hablan, sin duda alguna, de mujeres como Ana María Soledad Betancourt.

La vida de esta camagüeyana es una muestra ejemplar de la batalla que han tenido las mujeres cubanas a través de los siglos. Su existencia transcurrió en una etapa caracterizada por profundas convulsiones sociales, circunstancias que marcaron su vida y obra y determinaron, además, la evolución de su pensamiento. Por ello, nunca renunció, ni por un instante, a sus ideales de libertad de su patria y de la mujer.

Apoyada por su esposo Ignacio Mora de la Pera, siempre manifestó el compromiso con la causa libertadora y cuando celebraron la Asamblea Constituyente de Guáimaro, alzó su voz para solicitar los derechos que por justicia pertenecían a las mujeres.

Si esta acción podría parecer osada, más fascinante sería esa noche, en la que Ana terminaría pronunciando enérgicamente en un mitin, palabras que la consagran hoy como una precursora en la defensa de los derechos de las féminas.

Cuando fue capturada y prisionera y aún peor, amenazada a muerte, mantuvo su convicción y firmeza. Finalmente logró escapar y siendo una perseguida política, su única opción fue abandonar el país.  Como muchos cubanos en la emigración, Ana Betancourt intentó subsistir en diversas naciones, como Estados Unidos, México, El Salvador y España.

Los años de lucha, el exilio y el dolor por la muerte de su esposo terminaron lacerando su salud. Empleó sus escasas energías en organizar y alentar la Revolución, llegando a entregar los pocos fondos de los que disponía para la nueva etapa. Cuando Estados Unidos comenzó la Ocupación Militar en Cuba, Ana vio la oportunidad del regreso a la isla, pero lamentablemente el 7 de febrero de 1901, justo cuando se preparaba para el mismo, falleció en Madrid a causa de una bronco-neumonía fulminante.

Sus cenizas fueron trasladadas de regreso al país y más de una década después, sus restos se re-ubicaron en el mausoleo erigido en su memoria, al lado de la vieja ceiba y de la tinaja donde bebieron agua el día de la Asamblea allá en la localidad de Guáimaro.

A 123 años de su deceso, el pueblo de Cuba recuerda a Ana Betancourt, su vida intensa, su extenso bregar patriótico y sobre todo el pensamiento avanzado de esa mujer, que con clara visión de su papel en la sociedad, rompió tabúes, prejuicios y actos de discriminación contra su género.

Últimas entradas de Master2020 (ver todo)