El maestro es el segundo guía de los niños. Sus enseñanzas, sus convicciones nos ayudan a transitar por la vida.
Paciencia, amor, dedicación y una sonrisa, son armas poderosas de las que se valen los maestros para impartir sus clases.
Un buen maestro es paciente, tiene sentido del humor, pero nunca inhibe a un alumno, nunca lo ridiculiza ni se burla de él.
Siempre se asegura de que sus alumnos entiendan claramente lo que se espera de ellos.
Los maestros nos transportan por el mundo de la historia, la literatura, los números y y parajes desconocidos, a través de sus conocimientos.
Ser maestro es un honor, pues de su trabajo depende la formación de las nuevas generaciones.
Los maestros forman ingenieros, médicos, científicos y ayudan a formar habilidades que inciden en el futuro de sus alumnos.
Los maestros son muy importantes para el desarrollo de nuestra sociedad, ya que sin ellos, no existirían las demás profesiones.
Sin docentes, los niños y jóvenes no tendrían las herramientas necesarias para prepararse en cualquier otra área del conocimiento.
Es por ello que, al elegir mi verdadera profesión aunque ya no la ejerza, me siento orgullosa de haber formado tantos jóvenes valiosos y hoy al verme me saludan con un: profe, cómo está.
Mi agradecimiento a los maestros de Cuba.
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