Es común encontrar al delegado del Poder Popular en la distribución de recursos en toda su magnitud, en la ocupación ante los problemas de sus electores y en la defensa de las soluciones.
Es válido recordar algunas de sus funciones esenciales, en ocasiones olvidadas, más que desconocidas, para contrarrestar tendencias que desvirtúan su papel.
Las reflexiones no son nuevas; en el Primer Congreso del Partido quedó bien definido su rol: El delegado es el representante de los electores, no es el dirigente de estos, ni de las unidades de producción o servicios existentes en sus circunscripciones. Debe mantener un contacto directo, cercano y constante con el pueblo, ofrecerle explicación a sus inquietudes, atender sus quejas, sugerencias y críticas y, a partir de ellos, su tarea más importante debe ser la de aportar iniciativas que ayuden a solucionar los problemas que plantean las masas que representa.
Sin embargo, a pesar de convocatorias, leyes, metodologías, indicaciones precisas de la Asamblea Nacional del Poder Popular, este proyecto de participación ciudadana, delegado mediante, choca contra cierta desidia de algunas direcciones administrativas que no se sienten comprometidas con la atención de las inquietudes manifestadas por la población y con algunas personas o los propios electores, que los señalan como los máximos responsables de lo que no se da, no sucede o no se cumple.
Es necesario apoyar al delegado de base en todas sus funciones, para contribuir a solucionar con respuestas prácticas, los problemas y preocupaciones de la población quien a su vez, debe respetar el trabajo que desempeñan en beneficio de todos.
La Constitución de la República de Cuba, en su artículo 193, plantea que “los delegados (del Poder Popular) cumplen el mandato que les han conferido los electores, en interés de toda la comunidad, para lo cual deberán compartir estas funciones con sus responsabilidades y tareas habituales”.
Así sucede hasta hoy. Estos hombres y mujeres, combinan sus labores cotidianas con el examen de los servicios, la comercialización de los productos alimentarios y de aseo, para que les lleguen a todos los núcleos familiares, así como velar por la disciplina en las colas, el apoyo a familia vulnerable y casos sociales. Ellos son la representación ciudadana.
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