«Siempre es posible mejorar las opciones recreativas para niños y jóvenes, no solo en vacaciones veraniegas»
Durante mucho tiempo el asunto de la recreación y el tiempo libre en Cuba pareció convertirse en una piedra en el zapato de las organizaciones estudiantiles y juveniles, de los gobiernos locales y de otras instancias que han debido enfrentar —y deben seguir haciéndolo— las quejas e insatisfacciones de los diversos públicos alrededor de esta necesidad básica de nuestra población.
Tengo la percepción de que en la actualidad, sin dejar de ser un problema que nos preocupa a muchas personas, en particular a adolescentes y jóvenes, también a sus padres, el tema cobra una dimensión diferente, al menos en el Ariguanabo.
No solamente el entorno social y económico en que nos desenvolvemos ha cambiado bastante la perspectiva de estos sectores poblacionales, ahora quizás con preocupaciones mucho más vinculadas a aspectos esenciales como el empleo o la economía, sino que esas propias transformaciones también han hecho que se multipliquen algunas de las opciones que antes parecían escasear.
Aunque ahora con la restricción, por supuesto, de la poca equidad en el acceso, a partir de las posibilidades reales de las personas para satisfacer determinadas preferencias en materia recreativa.
Sin embargo, todavía sostengo que este aspecto de la recreación y el uso del tiempo libre es con frecuencia un problema solamente a medias.
No me cabe la menor duda de que siempre es posible aumentar y mejorar las opciones recreativas para los niños y jóvenes, y en ello tienen que trabajar un número considerable de instituciones, durante todo el año para mantener la posibilidad de disfrutar de un esparcimiento que a la vez resulte provechoso y enriquecedor, no solo en esta época de las vacaciones veraniegas.
El secreto para un mayor éxito en este empeño quizás esté en la diversidad de variantes que se conciban, y en su adecuación a las características, tradiciones y posibilidades de la localidad, así como a los gustos y requerimientos de cada público.
Pero también es cierto que, no en pocas ocasiones las oportunidades de recreación están ante nuestros ojos, y no todos sabemos apreciarlas y descubrirlas. Algunos incluso asocian la diversión exclusivamente con salidas y paseos que pueden resultar costosos para una familia promedio cubana y que implican elevados gastos.
Muchas veces no se tienen en cuenta alternativas más modestas, las cuales en no pocas ocasiones resultan un tanto o más enriquecedoras espiritual y culturalmente, que una sofisticada excursión con grandes desembolsos monetarios.
Porque si profundizamos bien, tal vez nos percatemos de que la recreación es, antes que todo, una actitud mental más que un derroche a veces imposible de recursos.
Admitir que estamos aburridos o que nuestros niños, adolescentes y jóvenes digan que lo están, es otra señal de que debemos estimular más el intelecto.
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