Manuel Corona Raimundo es conocido como uno de los cuatro grandes de la canción trovadoresca cubana, junto a los santiagueros Sindo Garay, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz. Sus canciones conservan el encanto de las viejas postales: Mercedes, Aurora, Santa Cecilia y de manera muy especial la popularísima Longina.

De padre mambí, Corona nació en la villa blanca de Caibarién, al centro de la Isla, pero a mediados de la última década del siglo XX, todavía adolescente, buscó mejor suerte en La Habana, donde desempeñó los trabajos más modestos en el taller de cigarros La Eminencia. Con el tiempo alcanzaría notable habilidad en el torcido de tabacos, al igual que con la guitarra, que ya lo acompañaba.

La mujer, el amor, la guitarra, el desengaño, fueron los temas recurrentes en la obra del trovador de Caibarién, quien tuvo en María Teresa Vera y Rafael Zequeira a los mejores difusores de su obra. Cultivó el bolero, la criolla, la guaracha, el punto cubano, la romanza.

Su música se utilizó en la película mexicana La bien pagada. Sin embargo, el artista jamás lucró con sus composiciones. Al contrario, bohemio impenitente, noctámbulo y rebelde, rechazó cualquier desempeño que representara ataduras a su libre expresión musical o que restringiera su modo de vida.

El rostro enjuto, el color cetrino, el traje desgastado, la mirada perdida, el organismo envejecido por la anarquía completa en cuanto a horarios y el descuido de la salud. Manuel Corona, no fue un ejemplo de la mejor ni más saludable manera de vivir… aunque aun así viviera prácticamente 70 años.

Las canciones suyas, así como las de los primeros autores genuinamente cubanos y populares, permanecen vivas en la acción renovadora de la nueva, la novísima, la postrova, o cualquier otra, continuadoras de una obra que enriqueció el patrimonio nacional.

En el inhóspito cuarto situado al fondo de un bar de Marianao, en La Habana, en enero de 1950, entre desoladora miseria, murió el compositor Manuel Corona. El hecho fue noticia de un día, sin embargo, su música durará más, muchísimo más que los que piensan que durarán toda la vida, porque su obra de ingenuo creador está ligada por abajo, por la raíz, por la tierra húmeda y fecunda, al pueblo de cuya sangre, de cuyo espíritu se nutrió.

Fuente: Internet

Janet Pérez Rodríguez
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