¿Sabía que la primera ermita religiosa de nuestro pueblo se ubicó en los terrenos del Parque Central?

Cuando se hizo la solicitud de fundar el pueblo San Antonio Abad, Doña Bárbara Santa Cruz, la marquesa de Monte Hermoso, construyó una ermita de madera y tejas, en el centro de lo que hoy es el parque central. En esta primera construcción, bendecida por el presbítero Manuel José Morejón, se celebraban bautizos y matrimonios. Cada semana el cura venía a decir misa. Poco después se construyó la iglesia, donde está la actual. Para ello contaron con el aporte popular de los vecinos del Ariguanabo.

A finales del siglo XVIII, con el aumento de la población en la Villa San Antonio Abad la Iglesia fue declarada parroquia auxiliar y dejó de ser atendida por los curas del Cano. Para 1785 la feligresía contaba con 33 potreros, 242 sitios, 4 posesiones abiertas y 105 solares. La primera construcción religiosa dista de la que tenemos en la actualidad.

En 1814 el cura solicitó al Ayuntamiento organizar donativos para construir una torre de mampostería con un campanario. Esta torre fue destruida años después por el ciclón del diez de octubre de 1846. Se levantó nuevamente, costeada por el vecino Jacinto González Larrinaga.

En el año 1851 la Iglesia de San Antonio de los Baños fue ampliada hacia los costados y el fondo. Dos años después se le agregó la torre del lado norte, semejante a la primera.

En 1869 el Conde de Palatino, Don Gregorio González Morales, donó al Ayuntamiento de la Villa un reloj para que fuera colocado en la Iglesia. Según refiere el texto «Historia Colonial Ariguanabense», de José Rafael Lauzán, el reloj estuvo instalado muy poco tiempo pues años después de derrumbó. Además, su funcionamiento se veía afectado a causa de no disponer del espacio vertical necesario para el desplazamiento de las masas de la cuerda. Por tal motivo, se acordó colocarlo en la torre norte de la Iglesia de la Villa, la cual había sido construida en 1853.

Más de 150 años tiene la Iglesia de San Antonio y perdura en el tiempo. El  6 de agosto del año 2000 el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, ofreció una misa solemne en acción de gracias por la restauración del templo católico. Las obras comenzaron el 20 de septiembre de 1999 y culminaron el 21 de julio del 2000.