En Cuba practicar la economía circular resulta imprescindible.

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A continuar avanzando en la transformación y automatización de la industria para obtener mejores resultados, a fin de satisfacer la demanda nacional e impulsar el reciclaje, es la orientación de la máxima dirección de la nación cubana.

Y me detengo amigos en ese punto tan necesario que es reciclar. Una práctica en muchas naciones desarrolladas del mundo que, en busca de una óptima economía, persiguen además un orbe más sano.

En Cuba, como en cualquier otra sociedad, se genera gran cantidad de desechos, entre los que se hayan productos que pueden ser reutilizados, y evitar así la tan dañina importación de productos terminados.

Para ello, la economía circular no debe solo limitarse a la recuperación de materias primas, sino también a su transformación en nuevos productos.

Este modelo aún es poco aplicado en el mundo empresarial cubano y se debe, a mi consideración, trabajar para convertirlo en una referencia de las prácticas de la economía circular.

Un ejemplo apreciamos hace poco, mediante un reporte del Noticiero Nacional de Televisión en la Isla de la Juventud, en la que la propia Empresa de Recuperación de Materias Primas, a través su autogestión cuenta con maquinarias que le permiten crear elementos de plásticos como implementos hidrosanitarios, entre ellos: mangueras, tragantes y rejillas. Este proceso beneficia económicamente a la entidad, al realizar ciclos completos de producción.

Este ejemplo debería empezar claramente por el Grupo Empresarial de Reciclaje, pero también tienen que expandirse a otros sectores, pues en un país con una situación como la nuestra, practicar la economía circular resulta imprescindible.

Eleanet Vidal Arteaga