Alejandro Batista Martínez
FUENTE: Fichas en poder del autor.
Cuando San Antonio de los Baños empezaba a tener alguna importancia, un terrible incendio lo asoló. Era el 18 de abril de 1821 y el santoral católico marcaba el miércoles santo.
Aproximadamente a las 10 de la mañana se avistó el fuego sobre el caballete de una casa en construcción. Propagado rápidamente por un viento del noroeste, en menos de seis horas se convirtieron en cenizas más de 154 casas, algunas de mampostería y tejas y la mayoría de guano.
Con motivo del siniestro se prohibió la fabricación de casas de guano en la Villa.
Sobre ciclones y otras desgracias ocurridas por estos lares en tiempos pretéritos le acercamos en este encuentro con nuestras raíces.
El Ayuntamiento de la Villa de San Antonio de los Baños trabajó incansablemente por resolver la situación de las familias afectadas por el ciclón de 1821.
El Capitán General de la Isla envió más de 17 000 pesos con tres y medios reales.
Con esa cantidad y lo recaudado entre los vecinos se recuperaron de los estragos producidos por el siniestro.
El 15 de octubre de 1844 la Villa del Ariguanabo sufrió los efectos de un ciclón que duró hasta las 7 de la mañana del día siguiente.
Fue bautizado con el nombre de San Francisco de Asís, por haber empezado el día en que el almanaque católico indicaba ese santo.
Ese ciclón hizo estragos en la población pero no tantos como el ocurrido dos años más tarde.
El Santa Teresita de Jesús, entre el 10 y el 11 de octubre de 1846, destruyó más de 200 casas y ocasionó numerosas víctimas.
Desde entonces comenzaron a desaparecer los cafetales que abundaban en la región.
El 20 de mayo de 1915, en conmemoración del decimotercer aniversario de la instauración de la República de Cuba, se inauguró en la ciudad de San Antonio de los Baños una exposición de caricaturas.
El suceso cultural tuvo lugar en el Salón Tropical del Círculo de Artesanos.
Allí los artistas Manuel Alfonso y Eduardo Abela, cautivaron con sus creaciones al público asistente.
A partir de entonces el creador de El Bobo, impulsó su carrera pictórica y ganó renombre como caricaturista en Cuba.
Dos meses más tarde, en julio, a las 3 y media de la madrugada, un violento incendio arruinó la Escogida de Manuel Rodríguez Amaro.
Dicho establecimiento estaba situado en la calle Juan Delgado, entre la Avenida de Guás y Esperanza.
Otro hecho singular ocurrió a las 9 de la noche del día 3 de septiembre de 1915.
La señora Eduviges Montes de Oca de Valiente, disparó con un revólver en el pecho del joven campesino Luis Farradás González.
La autora del incidente se presentó, tres días después, ante las autoridades. Fue procesada y detenida, con carácter preventivo, en la cárcel local. La presunta homicida, resultó absuelta en el juicio oral, pues se probó que obró en defensa de su honor.
Nuevamente el fuego sembró el dolor en suelo ariguanabense. Esta vez fue en la madrugada del 20 de octubre de 1915.
El taller de carruajes y depósito de maderas del señor Fructuoso López, sito en Rosa Robés, casi esquina a Guillermón, fue presa de un voraz incendio.
Diez animales de tiro que estaban en la caballeriza, quedaron carbonizados. Solo una mula pudo ser salvada de las llamas por el arrojo del sargento de policía Antonio María Castañón.
Casi finalizando el año, el 2 de noviembre, José Casimiro López se suicidó. Colgado por el cuello, con una sábana, apareció en la celda de incorregibles de la cárcel local.
Terminaba así un año que, a juzgar por cómo comenzó, estaría marcado por la cultura, sin embargo los incendios, crímenes y suicidios ocurridos, le permitieron pasar a la historia como un año terrible.
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