Hoy, más que nunca, quiero dedicar este espacio a una realidad que se nos presenta como una sombra oscura en nuestro día a día: el cuidado de nuestras mascotas y el problema, cada vez más grave, del maltrato animal.

Es una realidad que se nos presenta como una discrepancia: por un lado, millones de familias en el mundo, incluyendo las nuestras, encontramos en nuestras mascotas compañía, alegría y un amor incondicional. Pero, ¿qué pasa con aquellos que no encuentran esa reciprocidad? ¿Qué pasa con los animales que sufren abandono, negligencia y crueldad?

Es un tema que nos toca de cerca y no podemos ignorarlo.

Los números nos hablan de un panorama desgarrador: según cifras oficiales, solo en nuestro país se estima que miles de perros y gatos son abandonados cada año, muchos de ellos terminan en las calles, expuestos a enfermedades, accidentes, violencia, y sobretodo a una muerte segura.

Pero la realidad va más allá del abandono.

La violencia contra animales se manifiesta de diversas maneras: desde la negligencia en la alimentación, la falta de atención médica, el encierro en espacios inadecuados, hasta el sufrimiento físico y psicológico que les causan algunas personas con un nivel de crueldad que nos debería avergonzar.

Es importante resaltar que el maltrato animal no es un acto aislado, sino una problemática que refleja una sociedad que aún no ha logrado comprender la importancia de la empatía y la responsabilidad hacia los seres vivos. Es un círculo vicioso que se alimenta de la indiferencia, la ignorancia y, en algunos casos, la crueldad.

 

Pero, afortunadamente, no todo es oscuridad. Existen organizaciones y personas que trabajan incansablemente para proteger a los animales, denunciar el maltrato y promover una cultura de respeto hacia ellos.

Es tarea de todos tomar acción: desde educar a los niños sobre el respeto a los animales, hasta denunciar cualquier acto de maltrato que observemos.

Desde mi punto de vista mis amigos, aunque parezca una redundancia, todos podemos ser la voz, de aquellos que no tienen voz.

Podemos luchar contra la indiferencia y construir una sociedad donde el amor y el cuidado hacia los animales sea una norma y no una excepción.

Cada uno de nosotros, en nuestra propia esfera, puede contribuir a la causa: adoptar, no comprar, brindar un hogar a un animal en necesidad, ser responsables con el cuidado de nuestras mascotas, y sobre todo, hablar, denunciar. Reitero, ser la voz de quienes no la tienen.

La cadena del amor no puede romperse. El futuro de los animales depende de nuestra acción. ¡No nos quedemos callados!

Adrian Torres Rodríguez
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