Por: Alejandro Batista Martínez

Fuente: Historia de San Antonio de los Baños, de Estela Pérez y otros. Prehistoria de Cuba, de Estrella Rey.

La etapa de la economía de producción de alimentos comenzó en Cuba alrededor del año 500 de nuestra era, y se extendió hasta la llegada de los europeos al archipiélago.

En la provincia de Artemisa, este proceso ocurrió tardíamente, pues al área fue poblada por comunidades de agricultores en fecha más reciente.

Sobre la presencia de las comunidades aborígenes neolíticas en San Antonio de los Baños, le acercaremos en este encuentro con nuestras raíces.

La comunidades neolíticas poseían gran homogeneidad lingüística y cultural, aunque es posible constatar algunas particularidades en áreas geográficas específicas.

Llegaron a Cuba provenientes de la isla La Española.

Perteneciente al tronco lingüístico aruaco, eran oriundas de América del Sur, específicamente de las localidades ubicadas en los márgenes del río Orinoco.

Varios estilos cerámicos, determinados por las investigaciones arqueológicas, permitieron seguir las rutas migratorias de estos hombres, desde la zona continental hasta las Antillas.

En ese sentido resulta imprescindible la expedición del alquizareño Antonio Núñez Jiménez en canoa del Amazonas al Caribe.

Las comunidades aborígenes se asentaron en las localidades más disímiles, donde existían las condiciones para la agricultura, sin abandonar las actividades de recolección, caza y pesca.

Poseían ajuares de concha, cerámicas líticas talladas, percutores, morteros, hachas petaloides y buriles.

Desarrollaron una multitud de instrumentos de maderas: macanas, coas, dujos. Tejían redes, hamacas y otros útiles con fibras vegetales.

Dominaban la construcción de viviendas de madera y ramas, denominadas bohíos o caneyes.

Eran hábiles en la confección de canoas de gran envergadura impulsadas por remos, aunque en la región del Ariguanabo no se han reportado tales evidencias arqueológicas.

Las comunidades neolíticas alcanzaron el mayor nivel de realización artística en sus ajuares cerámicos, la talla de madera, la piedra pulida, el hueso, la fibra y el dominio de la agricultura.

El hombre del neolítico que se estableció en la región del Ariguanabo, dedicado fundamentalmente a la agricultura, era de baja estatura.

Para los individuos masculinos, la altura máxima promedio era de un metro cincuenta y ocho centímetros, mientras que los femeninos alcanzaba un metro cuarenta y ocho.

Estas estaturas coinciden con los caracteres de los pueblos aruaco que actualmente viven en el norte de Sudamérica.

Poseían los rasgos faciales de la raza mongoloide americana, a la cual pertenecían. Aunque tenían la costumbre de deformarse el cráneo, esta práctica no ha podido ser comprobada en los sitios de la región por la escasez de muestras y el deterioro de las existentes.

Poseían vestimentas y se pintaban el cuerpo. Las mujeres se cobijaban con tejidos de algodón o yerba y las niñas cubrían sus genitales con una especie de redecilla.

Usaban bandas de algodón en los brazos y las piernas. Tenían collares y colgantes. Poseían ornamentos y tocados de plumas.

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