Foto tomada del periódico 5 de Septiembre

Cuando hace unos meses los ariguanabenses vieron publicada en las redes sociales la lista de precios topados de algunos productos para las Ferias Agropecuarias, muchos fueron los criterios en torno al tema.

Entre escépticos y optimistas se movió la opinión pública de quienes pudieron informarse por estas vías de comunicación. Otras personas llegaron a las ferias sin conocer que se comenzaba a implementar una medida necesaria.

Sin duda, este es un tema de sumo interés hasta para todos, porque somos víctimas de una subida descomunal -y en la mayoría de los casos injustificada- del valor de productos de primera necesidad.

Como cada domingo, los ariguanabenses que salen a proveerse de alimentos para garantizar su semana, y la gran mayoría acuden a las ferias porque allí las ofertas son frescas y con mejores precios. Aunque para ser sinceros, en los últimos tiempos algunos productos llegaron a valer similar o igual a los que encontramos en carretilleros, mercados de oferta y demanda, y otros puntos de ventas que existen en las comunidades.

Por otra parte, no hay que ser matemáticos. Si alguno de esos camiones que acuden a la feria trajo por ejemplo, 1 000 libras de plátano burro y fueron vendidas a 15 pesos en vez de a 8, que es su precio topado. Entonces ¿a qué bolsillos fueron a parar los 7 000 pesos sobrantes?.

No dudo de que el cuerpo de inspectores haya multado, pero el hecho de que esos precios estuvieran visibles y se les permitiera a ese personal efectuar la venta, es cosa seria.

De esta jornada del domingo saqué varias lecciones que resumen, además, el sentir de muchos oyentes que por diferentes redes sociales, vía telefónica y personal me hicieron llegar, y que hay que tener en cuenta para estrategias futuras que no deben demorar, pues la vida ha demostrado que cuando se quiere, se puede.

En primer orden, aplaudo la valía de topar precios en tiempos de crisis, pero la propuesta debe ser más abarcadora, incluir otros productos muy cotizados cuyo valor en el mercado callejero está por el cielo.

Una revisión urgente merece el precio del arroz, pues no se concibe que en las ferias dominicales apenas se comercialice y en otros mercados informales se encuentre al abusivo precio de 200 pesos la libra.

Lo real también es que el listado de precios topados de nuestra provincia no se corresponde al listado de La Habana, que tiene otro precio de compra a los productores. Muchos de ellos por el hecho de que serán mejor remunerados que en nuestra provincia y por la cercanía con la capital, deciden vender hacia allá.

Entonces como dice la conocida frase ¿quién le pone el cascabel al gato?