Por: Rosicler Quiñones Delgado
Las aulas del preuniversitario Batalla del Jigüe guardan ecos de tizas y risas, de sueños adolescentes y lecciones aprendidas, pero entre todos esos recuerdos uno destaca con luz propia: el de la maestra Dania Reyes. Ella fue más que mi profesora, fue una guía y una amiga.
Dania no se limitaba a recitar fechas y nombres de héroes en las clases de historia de mi patria, con ella aprendimos a amar nuestras raíces. En sus clases también nos hablaba de género, de igualdad y de respeto.
Nos enseñó valores para la vida, para ser mejores personas, para construir un futuro más justo y solidario.
Recuerdo con una sonrisa nostálgica cuando nos propusimos crear un periódico escolar, y se convirtió en la mentora de todos los alumnos a los que les gustaba el periodismo.
Dania nos impulsó a investigar, a ser críticos a contar historias que importaran.
El periódico lamentablemente no llegó a concretarse en aquel entonces, pero la semilla de la curiosidad ya había sido plantada en nuestros corazones. Muchos de nosotros inspirados por Dania cultivamos esa pasión a lo largo de nuestras vidas.
Su compromiso con la comunidad la llevó a trabajar arduamente en el rescate del Día del Ariguanabense Ausente.
Su labor incansable la convirtió en hija distinguida del Ariguanabo, un reconocimiento merecido por su entrega y dedicación.
Dania Reyes es en nuestra Villa mucho más que un nombre en una lista de profesores. Es una prueba de que la educación puede transformar vidas y construir un mundo mejor.
Por todo eso, quienes fuimos sus alumnos, siempre la recordamos con cariño y gratitud.
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