Las consecuencias de la causa revolucionaria abrazaron a Martí temprano

Doña Leonor vivió momentos duros con su Pepe. Mariana soportó un dolor lacerante al verlo en la cárcel, sometido a bárbaros trabajos forzados cuando este sólo tenía 16 años.

Una tarde, la del 4 de octubre de 1869, después de la parada militar celebrada en el Campo de Marte y en el Paseo de Isabel II, en homenaje al natalicio del regente de España, un grupo de voluntarios pasó por la habanera calle de Industrias, donde tenían su hogar los jóvenes Fermín y Eusebio Valdés Domínguez, amigos de José Martí.

Las risas de los muchachos irritan a los soldados que regresan, más tarde, y someten la vivienda a un registro, donde encuentran periódicos contra el régimen, cartas y documentos al parecer comprometedores. Se llevan preso a los hermanos Valdés Domínguez, luego detienen a sus amigos Manuel Sellén, Santiago Balbín y al francés Atanasio Fortier.

Días después, al revisarse la papelería, se halla una carta firmada por Fermín y por Martí, dirigida a un ex-condíscipulo suyo del colegio San Pablo, al entonces cadete Carlos de Castro y ambos jóvenes son inculpados del delito de infidencia, y se detiene a Pepe Martí quien ingresa a la cárcel el 21 de octubre.

En marzo de 1870, cuando ya José Julián Martí tenía 17 años, se realizó el consejo de guerra que lo condenó a seis años de trabajos forzados en las terribles Canteras de San Lázaro. Mientras a Fermín le tocó la pena de 6 meses de arresto y a Eusebio el destierro, como antes habían sido liberados los otros reos.

La palabra de Martí, su firmeza y sus ideas independentistas lo llevan a sufrir la condena mayor. Entonces, comenzó a vivir el calvario de su presidio político, donde sólo estuvo seis meses, en los que pierde visión, y contrae una lesión que le afectará toda la vida, al caer la cadena de los grilletes sobre la ingle y producirse un tumor en el testículo, de lo que deberá ser operado, reiteradamente, en España y México, posteriormente. Leonor Pérez sufrió la enfermedad de su hijo.

Del presidio salió gracias a sus padres, a las gestiones de Don Mariano con el contratista de las canteras, el catalán José María Sardá, amigo personal del capitán general español, y a las cartas dirigidas por doña Leonor a las autoridades, primero para librar a su único hijo del presidio y luego para lograr que este fuera deportado a la península para que recobrase la salud y continuara sus estudios.

En aquella época, los años 70 del siglo XIX, el varón de la familia estaba obligado a sostener a los suyos, más en su caso, donde de él dependía una numerosa parentela integrada por varias hermanas, cuyo destino sería el matrimonio o modestas labores que apenas le permitirían subsistir. Por otra parte, contaba con unos padres ya ancianos y enfermos que cosían para sostenerse en un contexto colonial sometido al clima de la guerra.

Desde allí, desde el presidio, donde fue el preso número 113 de la primera brigada de blancos, el 28 de agosto de 1870, el joven Pepe Martí envía unos versos a Doña Leonor:

«Mírame, madre, y por tu amor no llores:

Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,

Tu mártir corazón llené de espinas,

Piensa que nacen entre espinas flores».

Olga Álvarez Suárez
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