El bullying: un mal que quita el sueño

El bullying no hace distinciones sociales, ni de sexo. Este efecto negativo afecta tanto a la víctima como al acosador, y a veces también a los escolares que favorecen estos actos jaleando y animando las acciones o con una actitud totalmente pasiva.

Por desgracia, quien se lleva la peor parte en las situaciones de acoso escolar o bullying son, lógicamente, las personas más débiles o en condición de inferioridad: las víctimas.

Baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad y pensamientos suicidas, pérdida de interés por los estudios, lo que puede desencadenar en un menor rendimiento y fracaso escolar, aparición de trastornos fóbicos, sentimientos de culpabilidad, alteraciones de la conducta: intromisión, introversión, timidez, aislamiento social y soledad, problemas en las relaciones sociales y familiares, baja satisfacción familiar, baja responsabilidad, actividad y eficacia, síndrome de estrés postraumático, rechazo a la escuela, manifestaciones neuróticas y de ira, son algunas de las consecuencias de este mal que esta muy de moda en centros educacionales.

Pese a que no les provoca un sufrimiento directo, como ocurre con las víctimas, algunos estudios indican que los acosadores pueden encontrarse en la antesala de las conductas delictivas. Aunque resulte paradójico, con su execrable actitud los acosadores consiguen frecuentemente,


la aprobación y hasta la admiración de algunos de sus compañeros, lo cual les hacen reforzar sus actitudes intimidatorias al lograr, al menos momentáneamente, el éxito con las mismas.

La intervención de los padres, tanto del acosado como del acosador, frente al fenómeno del acoso escolar o bullying es muy necesaria. Estar a uno u otro lado de la barrera es estar en el problema y tan importante es impedir que el acosador siga acosando como que la víctima siga sufriendo acosos.

En el caso de que los padres sospechen de que su hijo es un acosado o víctima de bullying, es sumamente positivo establecer un canal de comunicación y de confianza con tu hijo para que él se sienta cómodo al hablar acerca de todo lo bueno y lo malo que está viviendo. Si tu hijo es una víctima, habla con él, y comprométete a ayudarlo a resolver este problema.

Ponte en contacto con el profesor para alertarlos acerca de lo que ocurre, y pide su cooperación en la investigación y en la resolución de los hechos. No estimules a tu hijo para que se muestre agresivo o tome venganza. Empeoraría más la situación. Lo que jamás deben hacer los padres del acosador es usar la violencia para reparar el problema. Pueden ser acusados de malos tratos hacia su hijo.

Anímale a que reconozca su error y a que pida perdón a la víctima. Elogia sus buenas acciones. El estar al tanto de la conducta de nuestros hijos es una herramienta que evita males mayores. Nunca es tarde para comenzar.

Olga Álvarez Suárez
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