La noche del 10 de enero de 1929, los balazos destrozaron el hechizo, en brazos de su amada…
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La historia unió a dos personas con ansias de libertad: Julio Antonio Mella y Tina Modotti. Tina vivía ya en México, ella era una italiana defensora de la libertad y la justicia. Mella llevaba apenas año y medio cuando se conocieron en 1928.
En el momento que Mella conoció a la Modotti, ya ella era mucha mujer, “era un poema de amor y de combate”. Tina se había convertido en leyenda, tanto por su vida como por su obra. Tuvo una existencia llena de pasión y de furia, que encontró en la fotografía el medio ideal para expresar su disconformidad y compromiso con el tiempo que le tocó vivir.
Militó en el Partido Comunista de México desde 1927, había ascendido de artista de la fotografía a creadora del pueblo, por, para y desde el pueblo. Por su sensibilidad e ideología mayores, superaba al que fue su maestro; el norteamericano Edward Weston, con quien sostuvo relaciones amorosas, luego de la muerte de su esposo, (1922) el poeta y pintor canadiense Roubaix de L´AbrieRichey. Los dos hombres trabajaron por impulsar la formación estética de la italiana.
En México, Tina se encontró con un país entusiasta con las vanguardias europeas y los ideales revolucionarios, y se unió a intelectuales y artistas como Diego Rivera, Manuel Álvarez Bravo, Jean Charlot, entre otros, que, indomables como ella luchaban por conquistar su libertad artística y personal. Al conocer al joven dirigente antimperialista y antimachadista cubano, era ya una revolucionaria a la altura de él.
Hasta ese entonces, amaba al pintor comunista Xavier Guerreo, quien pasaba un curso político en Moscú. Mella la “impactó”, él destrozó la timidez que se notaba en ella. Sus lazos matrimoniales con Olivín Zaldívar, por esa época ya estaban deteriorados. Le confesó a Guerrero que había conocido a un hombre maravilloso y le anunció la ruptura de relaciones. A partir de entonces, la revolucionaria se entregó en cuerpo y alma a Julio, como ella le llamaba.
La apasionante historia de amor entre el cubano y líder estudiantil Julio Antonio Mella y la fotógrafa italiana Tina Modotti, tuvo una breve existencia; duró solo cuatro meses, en los que los enamorados vivieron intensamente un idilio bien correspondido, aunque con un trágico final. A pesar de eso se considera una de las más hermosas historias de amor de nuestra América.
De Mella se dice que su corazón le pertenecía a Cuba, que vivió una vida en torbellino. Su amor trasgresor, en cambio, le hizo espacio a Tina Modotti. Ambos encontraron en el otro, el lugar para fusionar ideas y pasión, hacer una revolución en el breve tiempo en que estuvieron juntos. Ella lo hizo suyo y retrató muchas veces, su imagen y su cuerpo.
Pleno de pasión, Mella le escribió a Tina: “(…) Tu figura no se me ha borrado en todo el trayecto…Tus palabras también las tengo acariciándome el oído… Creo que voy a perder la razón… hoy tengo todavía abiertas las heridas. La noche del 10 de enero de 1929, los balazos destrozaron el hechizo, en brazos de su amada, al ser herido en la esquina de Abraham González y Morelos, en Ciudad México.
Los reaccionarios tratarían de hacer ver que era un crimen pasional; acusarían a Tina de mujer fatal. Los infundios chocaron con la roca del carácter y la vida de la joven. Venció y continuó en el bregar contra los enemigos de los pueblos.
Ahora sus instantáneas muestran el rostro del joven que, sin titubear, entregó el corazón a sus dos amores: Cuba y Tina.
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