El griterío casi diario de algunos vecinos me hace sentir como si viviera en una película de varios géneros, desde comedia hasta policíaco. A cualquier hora del día, sus voces resuenan por todo el vecindario. A veces me pregunto si hay un premio por el más ruidoso.

Existen vecinos que tienen un acuerdo no escrito para gritar sus conversaciones, como si fuera un deporte extremo. ¡Tal vez deberían hacer un club de gritos! Seguramente tendrían muchos miembros!

Esta situación puede ser realmente molesta. Hay personas que no entienden que la convivencia se basa en el respeto mutuo. Un poco de silencio podría mejorar la calidad de vida para todos.

Aunque a veces el griterío de los vecinos es abrumador, imaginamos que tal vez están pasando por momentos difíciles. Sin embargo, sería genial si pudieran encontrar formas más tranquilas de comunicarse.

Ejemplos de situaciones de este tipo abundan en algunos puntos de nuestra localidad. Pero se trata de respetar a los vecinos, quienes en un momento determinado, tienden la mano para ayudar.

Tener en cuenta que las personas trabajan, estudian, tienen bebés y necesitan descanso es un acto de respeto a la convivencia colectiva.

Cada uno de nosotros tiene su propia vida y desafíos, y a veces no somos conscientes de cómo nuestras acciones afectan a quienes nos rodean. Creo que reflexionar sobre este tema podría ayudarnos a ser más empáticos, considerados y no gritar nuestros problemas que son nuestros y no de los vecinos.

Dayamí Tabares Pérez
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