Por: Damarys Arissa González-Posada Hierrezuelo

El sábado 15 de abril de 1961, alrededor de las seis de la mañana, en la base aérea de San Antonio de los Baños los pilotos dormitaban cerca de sus aviones. Un ruido familiar, de bombardero B-26, los despertó. “Ah, esos son los compañeros de Santiago”, dijo alguien, pero el ametrallamiento y el bombardeo a la pista los sacaron de su letargo.

Años después, Enrique Carreras, entonces piloto de la base aérea, recordaría: “Ahí nos pusimos la ropa, el que pudo ponérsela, y salimos a buscar nuestros aviones”.

Ellos no lo sabían, pero así iniciaban los ataques a tres aeropuertos cubanos.

Simultáneamente, atacaron el aeropuerto de Ciudad Libertad en la Habana y el aeródromo de la oriental ciudad de Santiago de Cuba. Ocho aviones B-26 norteamericanos, camuflajeados con las insignias de la fuerza aérea revolucionaria, partieron de Puerto Cabezas en Nicaragua, con el objetivo de destruir, en tierra, la aviación cubana.

En San Antonio de los Baños, solo lograron destruir un avión de combate y otro de transporte, dejando atrás dos combatientes heridos. Aun así, el ataque no logró sus objetivos mercenarios y de dominación.

La respuesta ante la operación militar fue rápida y decidida. Tanto la Defensa Antiaérea como el Batallón 164 demostraron alta capacidad de patriotismo, resistencia y movilización.

Estos ataques a los aeropuertos cubanos fueron el preludio de la invasión mercenaria que acontecería la madrugada del 17 abril por Playa Girón y Playa Larga ubicadas en la occidental provincia de Matanzas.

En general, los bombardeos provocaron la muerte de siete personas y cincuenta y tres heridos, la mayoría civiles, por el ametrallamiento a barriadas de los alrededores de Ciudad Libertad. Sin dejar de mencionar la muerte del joven artillero Eduardo García Delgado, quién inmortalizó, con su sangre, el nombre de Fidel.

En horas de la tarde del 16 de abril de 1961, una impresionante masa de pueblo, incluidos los milicianos del Batallón 164 de San Antonio de los Baños, colmaban la capitalina calle 23 para despedir a las víctimas del ataque aéreo.

En presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, todos los presentes juraron defender la patria y en medio del discurso donde el líder histórico declaró el Carácter Socialista de la Revolución, los fusiles en alto demostraban entonces la firmeza y el sacrificio de los combatientes.

 

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