San Antonio de los Baños, Villa del Humor, se enfrenta a una realidad que, lamentablemente, deja poco espacio para la risa: precios exorbitantemente altos, especialmente en el sector no estatal, que están ahogando la economía local y dificultando la vida de sus habitantes. Si bien el trabajo por cuenta propia ha dinamizado la economía y ofrecido opciones antes inexistentes, la falta de regulación efectiva y la especulación han convertido algunos servicios y productos en artículos de lujo inalcanzables para el bolsillo promedio.
No se trata de demonizar la iniciativa privada, sino de señalar una problemática que requiere atención urgente. La justificación de «oferta y demanda» no puede ser la excusa para precios que no guardan relación con los costos reales ni con el poder adquisitivo de la mayoría de los ariguanabenses.
Un Ejemplo Concreto: El Corte de Pelo
Pensemos en algo tan básico como un corte de pelo. En el sector estatal, el precio puede ser asequible, aunque las opciones sean limitadas. Sin embargo, en las barberías privadas, los precios se han disparado hasta niveles comparables a los de ciudades con un costo de vida mucho más elevado. Un corte de pelo que antes costaba el equivalente a unos pocos pesos, ahora puede superar fácilmente los 500 pesos cubanos (CUP), un golpe duro para quienes dependen de salarios estatales o jubilaciones.
Este es solo un ejemplo, pero la situación se repite en otros sectores: la gastronomía, el transporte, la reparación de equipos, y hasta la venta de productos agrícolas. La consecuencia es clara: una creciente desigualdad, la dificultad para acceder a bienes y servicios básicos, y un sentimiento generalizado de frustración y desesperanza.
Es hora de que las autoridades locales tomen cartas en el asunto y establezcan mecanismos de control de precios que protejan a la población. Se necesitan inspecciones más rigurosas, sanciones ejemplarizantes para quienes incurran en prácticas abusivas, y el fomento de la competencia leal. No se trata de volver al dirigismo estatal, sino de garantizar un equilibrio justo entre la rentabilidad de los negocios privados y el bienestar de la comunidad.
San Antonio de los Baños merece una economía que funcione para todos, no solo para unos pocos. Es necesario un cambio de rumbo que ponga fin a la especulación y permita que el trabajo y el esfuerzo de los ariguanabenses se traduzcan en una mejor calidad de vida. De lo contrario, la Villa del Humor corre el riesgo de convertirse en la Villa de la Indignación.