Por Rosicler Quiñones Delgado

El 22 de diciembre de 1961, la Plaza de la Revolución de La Habana vibró con la resonancia de una victoria histórica: el anuncio del fin de la Campaña de Alfabetización.

Ante una multitud inmensa, Fidel Castro proclamó el triunfo sobre el analfabetismo, un flagelo que había golpeado a una parte significativa de la población cubana. Este hito, alcanzado en apenas un año, marcó un antes y un después en la historia de Cuba, y consagró el 22 de diciembre como el Día del Educador, en reconocimiento al compromiso y la entrega de miles de maestros.

El contexto de la época era complejo. A pesar de las dificultades, y con la herencia de una profunda injusticia social, la Campaña de Alfabetización se convirtió en una batalla crucial, una lucha contra la ignorancia, tan importante como la lucha armada contra la opresión.

Desde su inicio el 1 de enero de 1961, Fidel Castro fijó la ambiciosa meta de erradicar el analfabetismo en tan solo un año. Para lograrlo, se organizaron los contingentes de Maestros «Patria o Muerte» y las Brigadas Conrado Benítez, en honor al joven maestro asesinado. La violencia no logró detener la campaña; por el contrario, impulsó a miles de jóvenes a unirse a la causa.

La participación juvenil fue fundamental. Jóvenes, con un espíritu de hermandad y una entrega sin límites, se lanzaron a esta cruzada con el objetivo de llevar la luz del conocimiento a cada rincón del país.

La Campaña de Alfabetización no fue simplemente un programa de educación; fue una transformación social profunda. Se movilizaron cerca de 300 000 personas, incluyendo a maestros voluntarios, maestros populares y trabajadores de la clase obrera. La experiencia de esta campaña sentó las bases para una revolución educativa que, aún hoy, persigue la excelencia y el mejoramiento continuo.

La hazaña de la Campaña de Alfabetización es un testimonio del poder transformador de la educación. Es una historia de valentía, sacrificio y esperanza que continúa inspirando. Hoy, al conmemorar este aniversario, recordamos con admiración y respeto a todos aquellos que participaron en esta épica lucha contra la ignorancia. A los maestros, a los brigadistas, a los voluntarios, a todos los que contribuyeron a este logro histórico: ¡nuestro más profundo agradecimiento! Su legado sigue iluminando el camino hacia un futuro más justo y educado para todos, en manos de las nuevas generaciones de maestros.

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