La muerte suele ser un tema generador de poemas, leyendas e historias. Una emblemática canción de la nueva trova cubana dice que “la muerte con su impecable función de artesana del sol, hace héroes, hace historia”. Y es cierto pues el tema ha generado múltiples historias y leyendas en San Antonio de los Baños. Sobre la muerte de tres personalidades ariguanabenses de la época colonial: los marqueses de Montehermoso, conversaremos en este encuentro con nuestras raíces.
Todavía no se había resarcido San Antonio de los daños sufridos en el incendio de 1821, cuando otra pérdida irreparable vino a herir en lo más profundo el corazón de sus habitantes. La muerte de don Gabriel María de Cárdenas, segundo marqués de Montehermoso y fundador de la villa. Este ilustre personaje había laborado por el engrandecimiento y progreso de la localidad, consagrando a ello su fortuna, sus energías y los sentimientos más caros de su alma noble y generosa. Murió el Justicia Mayor, que más que Juez había sido padre justo y amoroso de sus súbditos, dejando a estos sumidos en enorme tristeza y desolación. Pero no fueron en vano sus desvelos, porque su memoria y sus virtudes persistieron, agigantándose a través del tiempo en el corazón de los agradecidos habitantes de la hermosa villa del Ariguanabo.
El 3 de septiembre de 1836, la parca llevó consigo al tercer marqués de Montehermoso, don Antonio María de Cárdenas. El Cabildo hizo constar la inmensa pérdida que la había causado la desaparición del Justicia Mayor de la Villa y presidente de su Consistorio. Reformador digno y constante en la administración, promovió el mejoramiento del ornato, construyó calles, puentes, hospitales y otras muchas obras, cuya existencia era el mejor elogio del venerado marqués. El Ayuntamiento acordó que se celebraran honras fúnebres por el alma del finado y nombró una comisión que llevase el pésame a la señora marquesa, en representación y a nombre del Consistorio.
El cuarto marqués de Montehermoso falleció 20 años después que su predecesor. Don Gabriel María de Cárdenas era hijo de Antonio María y había sido nombrado como su abuelo. Último representante del linaje de los Cárdenas, su marquesado había venido a menos, dando ocasión para apreciar la mudanza del tiempo y la fortuna. No faltaron las reclamaciones a los descendientes de quienes tanto habían hecho por el progreso y la prosperidad de la Villa. Ofreciendo un hermoso contraste con ello, una institución de inolvidable recuerdo se constituyó en 1858. Bajo la protección de la marquesa de Montehermoso, a quien ni las ingratitudes ni los desaires le atenuaron sus sentimientos nobles y caritativos, se organizó la Asociación de Beneficencia Domiciliaria. Desde esa fecha no hubo necesidad que no fuese socorrida, ni obra de beneficencia a la que nocontribuyera esa benemérita institución.
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