Por: Lic. Alejandro Batista
La iglesia católica de Vereda Nueva fue abierta al culto el jueves 15 de mayo de 1806, bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar.
Procedente de San Antonio de los Baños llegó a Vereda la comitiva que asistió a la inauguración de la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. La ceremonia matutina estuvo presidida por el benemérito Obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa. Acompañado por Gabriel de Cárdenas, segundo marqués de Monte Hermoso y Justicia Mayor de la villa de San Antonio; los regidores del Ayuntamiento de dicha villa; el cura párroco de la misma, Domingo Josep Machado; y un nutrido grupo de personalidades. El Partido de Encrucijada o Cruz del Muerto, que era el nombre con que todavía se denominaba a Vereda Nueva desde el punto de vista eclesiástico, vistió sus mejores galas para recibir a tan ilustres visitantes, reinando en todo el pueblo extraordinario júbilo.
La misa inaugural fue oficiada por el Obispo Espada, con los sacerdotes Domingo Josep Machado y Martín Rodríguez como acólitos. Seguidamente se dejó abierto el Libro Primero de Bautismos de Blancos, en el que aparece la niña María Mamerta Landaburu González como primera bautizada en esta iglesia. Durante el mes de mayo se verificaron varios bautizos de blancos y el jueves 29 le correspondió a la primera niña morena, nombrada María Merced, esclava bozal de origen carabalí. Al mes siguiente recibieron las aguas bautismales tres esclavos más. Justo es decir que en 1830 el padre Martín Rodríguez oficializó, en los documentos eclesiásticos, el nombre de Vereda Nueva en lugar de Encrucijada o Cruz del Muerto.
La iglesia de Vereda Nueva, ha visto inmutable durante dos siglos, una década y siete años los acontecimientos y hechos significativos de esa localidad. Bajo su techo, diversas generaciones han visto consumar sus más preciadas ilusiones. La iglesia de Nuestra Señora del Pilar constituye un silencioso testigo de la historia de su pueblo. El ilustre juez de Vereda Nueva, Alejandro Placeres de la Nuez, en una ocasión expresó: “A través de los años miles de juveniles corazones han palpitado y sus hechos han producido el profundo suspiro de la proximidad de un vehemente deseo, llegarse el instante indescriptible de unir a sus destinos al ser amado, sellándose con la solemne ceremonia oficiada por el párroco, la sublime concepción del matrimonio. Las flores más hermosas de todos los tiempos han perfumado el interior de la ermita, a la par que con infinita devoción ha orado y alabado a Dios la familia veredana”.
5 generaciones en la infantilidad de sus años, ha recorrido las escaleras de su campanario, para desde la altura apreciar las llanuras de la comarca, imágenes perpetradas para siempre en sus memorias. Sirvan estos versos del mexicano Juan de Dios Peza, para resumir lo que ha significado la iglesia de Nuestra Señora del Pilar para los hijos de Vereda Nueva:
“Fue mi música más sana,
el sonar de la campana
de mi parroquia natal”.
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