En este Día de la Infancia, celebrado cada primero de junio, es vital recordar que el bienestar de nuestros niños no se limita a la alimentación y la educación. Un pilar fundamental para su desarrollo integral es la actividad física, a menudo subestimada en la vorágine de la vida moderna.

El ejercicio físico en la infancia no es solo «quemar calorías» o practicar un deporte. Es un elemento esencial para construir un futuro saludable. Desde gatear hasta correr, saltar y jugar, el movimiento contribuye al desarrollo óseo y muscular, mejora la coordinación y el equilibrio, fortalece el sistema cardiovascular y previene enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2, cada vez más presentes en edades tempranas.

Pero la importancia del ejercicio va más allá de lo físico. Impacta directamente en la salud mental y emocional. La actividad física libera endorfinas, las «hormonas de la felicidad», que reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo y fomentan la autoestima. Además, promueve la socialización, el trabajo en equipo, la disciplina y el desarrollo de habilidades sociales cruciales para la vida.

En un mundo cada vez más sedentario, dominado por pantallas y actividades pasivas, debemos priorizar el juego activo y el movimiento. Fomentemos actividades al aire libre, deportes en equipo, juegos tradicionales, bailes y cualquier forma de ejercicio que les resulte atractiva y divertida. Transformemos el tiempo libre en una oportunidad para explorar, descubrir y disfrutar del movimiento.

Este Día de la Infancia, comprometámonos a regalar a nuestros niños la oportunidad de moverse, jugar y crecer de forma saludable. Invirtamos en su bienestar físico y emocional, para que puedan disfrutar de una infancia plena y construir un futuro brillante y saludable. Recordemos que un niño activo hoy, es un adulto sano mañana. ¡Feliz Día de la Infancia!