No importa el género. En cada una de sus palabras José Martí perseguía un único objetivo: el mejoramiento humano. En su prosa y en sus versos nos enseña a ser solidarios, antirracistas, amigos, a amar a la Patria.
Este último valor es constante en toda su obra, el profundo sentir por la Mayor de las Antillas, a la que dedicó todos sus esfuerzos. Su novia eterna, Cuba. A ella le dedicó todos sus esfuerzos.
El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;
Y tal amor despierta en nuestro pecho.
Así escribió en el poema de Abdala, seguramente lo escribió con lágrimas en los ojos por su patria, por la cual dio su vida. Esta vocación patriótica desenfrenada del Apóstol se materializó en cada verso, en cada discurso o artículo; aunque realmente su visión como político alcanzó madurez en obras como el ensayo Nuestra América o el Manifiesto de Montecristi.
Con sus discursos el Maestro educó a los cubanos, los unió y encaminó hacia un único fin: redimir a la Patria.
Sobre el amor escribió:
Amor, con amor se paga.
El amor cuerdo, no es amor…
Sólo el amor construye.
Por el amor se ve. Con el amor se ve. El amor es quien ve. Espíritu sin amor, no puede ver.
La capacidad de amar, es la única que hace al hombre grande y feliz.
La única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el AMOR. El patriotismo no es más que amor. La amistad no es más que amor.
Otro amor de Martí fue su madre Leonor Pérez
«Mírame, madre, y por tu amor no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.» Así lo mostró en estos versos.
Amante también Martí del sexo femenino escribió.
«Mujer, mujer, en vano es que la vida
Sin ti vertiendo sangre de dolores
Como una virgen pálida y herida
La tierra cruce deshojando flores.
Mujer, en vano que la vida encienda
La abrasadora lengua de los sabios
Sin que este pobre corazón entienda
El lenguaje de amor vivo en tus labios.
Ni ser sin ser; ni noche sin aurora
Ni joven corazón sin bien amada
Ni sin ángel el ánimo que llora
Ni sin amor el alma enamorada.»
Martí, un hombre enamorado sintió en lo más profundo de su ser el abrazo gigante del amor.
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