Foto: Dayamí Tabares.

Por: Yanet Hernández

San Antonio de los Baños Artemisa Cuba.- Aida mi vecina de toda la vida me contó todos los pormenores y contratiempos que tuvo para lograr comprar un regalo para su papá, con el objetivo de hacérselo llegar el día de los padres, fecha próxima a celebrarse.

Aida es una persona con discapacidad y siempre debe ir a todos los lugares en compañía de su silla de ruedas. Me contó que salir a la calle a realizar cualquier gestión cotidiana se le vuelve un martirio, pues sufre debido a la creciente presencia de barreras arquitectónicas que, tanto en Cuba como en el Ariguanabo, impiden el acceso a personas como ella para trasladarse a una zona o lugar en particular.

Considerando la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada por la Organización de Naciones Unidas y ratificada por Cuba, plantea la necesidad de adoptar medidas para asegurar el acceso de estas personas en igualdad de condiciones.

Desde las instituciones gubernamentales hasta el albañil, deben abogar por una ciudad sin barreras, pues el creciente envejecimiento poblacional incrementa el número de personas con discapacidad. Estos son factores a tener en cuenta para erradicar obstáculos y facilitar su inserción social.

Pienso que se ha ganado terreno en el Ariguanabo con respecto al tema, observándose en algunos lugares como la Empresa de Telecomunicaciones Etecsa, el Parque de la Iglesia, entre otros, la existencia de rampas de acceso.

Sigue siendo imprescindible aunar esfuerzos y desarrollar soluciones, con el fin de asegurar un óptimo acceso a establecimientos e instituciones, de forma fácil y segura a personas que lo necesiten.

Considero se le debe dar prioridad a este tema tan sensible. Abrir nuestras mentes y corazón para brindarle a las personas con discapacidad, como mi vecina, una vida más placentera. Para ello debemos trabajar mucho, con el fin de eliminar tanto barreras arquitectónicas como barreras de pensamiento.

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