En la finca La Mejorana, un 5 de mayo de 1895, tres destinos convergieron para trazar el mapa de una nación. José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, se reunieron en un encuentro que marcaría el rumbo de la Guerra Necesaria, un pacto sagrado por la independencia de Cuba.

El encuentro envuelto en misterio, ha Sido objeto de estudio de los historiadores. Se habla sobre tensiones y diferencias que afloraron en esa jornada, sobre la estrategia a seguir y la forma de gobierno que debía regir la Cuba libre.
Martí, el Apóstol, defensor de un gobierno civil e impulsor de la unidad revolucionaria, se erigió como el máximo dirigente, el alma de la contienda. Gómez, el estratega militar, fue designado General en Jefe, el brazo ejecutor de la guerra. Maceo, el Titán de Bronce, fiel a su temperamento, abogó por una Junta de Generales, un debate que quedaría pendiente para la futura Asamblea Constituyente.
Cuentan que hubo discrepancias, que Gómez y Maceo sugirieron a Martí regresar al exilio, convencidos de que su labor sería más útil lejos del campo de batalla. Pero el Apóstol, sentía que debía quedarse junto a su pueblo, y luchar desde adentro.
Allí Maceo conoció y aprobó el Manifiesto de Montecristi, el ideario de Martí y Gómez, el documento que plasmaba la esencia de la Revolución. Martí explicó el giro que debía tomar la contienda, y cuentan que hubo un abrazo entre los tres hombres que sellaría la unidad.
Catorce días después, el Apóstol caería en combate, en Dos Ríos, de cara al sol, cumpliendo su destino.  En 2003, el lugar de aquel histórico encuentro fue declarado Monumento Nacional de Cuba, un recordatorio constante de que la libertad se forja con ideas, con coraje y, sobre todo, con la unidad inquebrantable de un pueblo. La Mejorana, un santuario donde la memoria y la esperanza se abrazaron en el corazón de Cuba.
Rosicler Quiñones Salgado
Últimas entradas de Rosicler Quiñones Salgado (ver todo)

Deja una respuesta