Cada 5 de diciembre celebramos el Día del Constructor, el cual fue propuesto por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el año 1972 en ocasión del Tercer Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción y en homenaje al compañero Armando Mestre Martínez, asaltante del Moncada, expedicionario del Granma y mártir del sector.
Esta fecha va más allá del cemento y el acero; es el día de quienes sueñan en plano y edifican en realidad. Detrás de cada muro, de cada techo, de cada espacio que da cobijo y facilita la vida, hay una historia de esfuerzo. La del constructor.
No es solo un oficio, es una vocación de legado. Es la persona que, con sus manos marcadas por el trabajo y su mente enfocada en los planos, convierte un terreno vacío en un hogar, en un espacio productivo, en un lugar para la comunidad. Su labor es la de un artista cuya obra no se expone en galerías, sino que se vive y se habita cada día.
Hoy celebramos esa tenacidad que no conoce de inclemencias, que comienza su jornada con la primera luz y que, gota a gota de sudor y ladrillo a ladrillo, va levantando el andamiaje del progreso. Son los artesanos del espacio vital, los que con regla, nivel y plomada nos regalan orden, seguridad y belleza en nuestro entorno.
En este día, extendemos nuestro más profundo agradecimiento a quienes ven no solo una construcción, sino todo lo que puede llegar a ser. A quienes entienden que su trabajo no es solo erigir estructuras, sino cimentar futuros, crear escenarios para la vida y fortalecer el tejido mismo de nuestra sociedad.
Que esta fecha sirva para recordar que el verdadero monumento de un constructor no es solo el edificio que se inaugura, sino la confianza, el hogar y las oportunidades que dentro de él florecerán.
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