“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”. –Nelson Mandela.
El buen trato es algo más que la ausencia de maltrato: aspira a promover el máximo desarrollo integral del niño o niña en su entorno. Es fundamental dar un trato equitativo entre niños y niñas. De ahí la importancia de reflexionar sobre cómo desde la infancia se condiciona estas acciones para una correcta relación interpersonal.
Educar sin género implica transformar para la importancia del buen trato. Partiendo de una premisa básica y es que las niñas y los niños siguen nuestro ejemplo, no nuestro consejo. Porque las niñas no están más guapas calladitas y los niños si lloran, y así, cuestionando cada gesto, cada palabra, cada hecho que dinamita la igualdad real entre mujeres y hombres, que asienta el maltrato como norma para relacionarnos.
Las relaciones igualitarias y saludables ponen en valor el mundo de los afectos. Implican una sexualidad afectuosa. La Cultura del Buen Trato en las Familias busca prevenir conductas de riesgo asociadas a la violencia familiar, social y los malos tratos hacia la infancia y adolescencia.
El Buen Trato se refiere a prácticas y relaciones de amor y respeto que se tienen consigo mismo y con los demás para ser niñas, niños y adolescentes más felices, creativos y con mayor posibilidad de llevarse mejor con sus madres, padres, hermanas, hermanos, abuelas, abuelos, amigas, amigos y todas las personas con las que convivan.
Educar a nuestros hijos basados en el respeto es un paso por el camino correcto. No gritarles, ni requerirle en grupo es una acción que podemos emplear para lograrlo. Acuda a la conversación con tono adecuado. Haga de su hijo su mejor amigo. Lo agradecerá siempre.
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