Una fecha que quedó grabada a fuego en la historia de Cuba: 26 de julio de 1953. Un grupo de jóvenes, liderados por un abogado de nombre Fidel Castro, asaltó los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. La acción militar no triunfó, sin embargo, encendió la chispa de una revolución.
El 16 de octubre de ese mismo año, Fidel Castro, quien era Licenciado en Derecho, fue llevado a juicio. Ante los tribunales, decidió asumir su propia defensa. Y en ese momento, el acusado pasó a ser acusador. Con las manos esposadas al inicio, protestó con tal firmeza que logró que le quitaran las esposas. Y entonces, con una voz clara y desafiante, lanzó su histórico alegato, en el que denunció los asesinatos de sus compañeros y los seis males que ahogaban a Cuba: el problema de la tierra, la falta de industrialización, la crisis de la vivienda, el desempleo masivo, el analfabetismo y un sistema de salud precario. Señaló con el dedo al entonces presidente Fulgencio Batista, a quien llamó tirano, y proclamó a José Martí como el único autor intelectual del asalto al Moncada. Aunque las actas oficiales desaparecieron, su discurso, que según algunos duró cuatro horas, concluyó con una frase que se convertiría en profecía: «Condenadme, no importa, la Historia me absolverá». Condenado a quince años de prisión, desde su celda reconstruyó y amplió su defensa. Ese manuscrito fue publicado de manera clandestina con el título «La Historia me Absolverá», y se convirtió en el manifiesto programático del Movimiento 26 de Julio.
En él, Fidel Castro esbozó las cinco leyes revolucionarias que implementaría al triunfar, incluyendo una Reforma Agraria y el derecho de los trabajadores a una parte de las utilidades. Liberado por una amnistía en 1952 fue exiliado en México y desde allí planificó el regreso que culminaría con el desembarco del yate Granma en 1956. El juicio por el Moncada no lo silenció; al contrario, lo elevó a la categoría de héroe y le dio a Cuba un programa de lucha que, años después, se haría realidad. Así nació «La Historia me Absolverá», más que un discurso, el acta de nacimiento de la Revolución Cubana.
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