La cultura sigue siendo el alma de la nación

En este escenario aparecen elementos buenos y malos que forman parte del desarrollo cultural en el municipio. Lo bueno se relaciona con el interés por crear espacios, promover prácticas artísticas y mantener el vínculo con la comunidad. Lo malo surge cuando algunos proyectos avanzan con lentitud, cuando los recursos se limitan o cuando ciertas acciones no alcanzan a todos los grupos. De esa combinación salen retos que impulsan nuevas formas de trabajo.

Una pregunta frecuente es cómo puede la cultura responder a las demandas de los públicos y, al mismo tiempo, acompañar las circunstancias del país. La respuesta aparece en la manera en que las instituciones locales ajustan sus programaciones, reorganizan procesos y crean mecanismos que permiten sostener actividades sin detener los objetivos generales. Así se logra un equilibrio entre la participación ciudadana y las orientaciones que acompañan la actualización del modelo económico cubano.

En San Antonio de los Baños se observan ejemplos de ese esfuerzo en centros culturales, proyectos sociales y espacios educativos que mantienen acciones coordinadas. Cada propuesta intenta sumar prácticas que involucren a la población y sostengan relaciones con los sectores que participan en la vida cultural del territorio. De esa manera, el ariguanabo obtiene oportunidades de creación y formación que fortalecen la interacción con las instituciones.

En mi opinión, la cultura puede sostener un camino que contribuya a la dignidad, la libertad y la justicia para todos y todas cuando se concibe como un espacio abierto que invita a participar y a dialogar. Su fuerza aparece cuando se integra con la comunidad, cuando escucha y responde, y cuando mantiene un compromiso que acompaña los procesos sociales y económicos del país.