Temprano en la mañana, Laura lleva a su hijo de apenas dos años al círculo infantil. Él, mira a su madre con ojos brillantes. Laura, le susurra que no se preocupe, que allí va a jugar, aprender y hacer muchos amigos. Ella, como muchas madres cubanas, tiene que ir a trabajar, y confía en las manos expertas y cariñosas del personal del círculo para cuidar de su hijo.
Esta escena, repetida miles de veces cada día, es un testimonio del legado perdurable de una idea nacida con la Revolución, Los Círculos infantiles.
Tras el triunfo de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz encomendó a Vilma Espín Guillois, una misión de profunda sensibilidad social: crear una red de círculos infantiles que permitieran la plena incorporación de la mujer al trabajo. Asimismo, debían garantizar el cuidado y la educación de los más pequeños. Una tarea que tocó las fibras de la sociedad cubana.
Así, el 10 de abril de 1961, nacieron los tres primeros círculos infantiles: Ciro Frías, Fulgencio Oroz y Camilo Cienfuegos, ubicados en barrios humildes de La Habana.
Desde sus inicios, estas instituciones ofrecen además, del cuidado de los infantes, una educación integral. Inculcan hábitos, costumbres y normas de conducta, que fomentan la independencia y la autonomía de los niños.
Hoy, estos espacios son necesarios. El Estado cubano prioriza el aumento sistemático de capacidades en los círculos infantiles. Además, desde el Ministerio de Educación trabajan en el Tercer Proceso de Perfeccionamiento, en el que esta enseñanza está comprendida como Primera Infancia. El compromiso con los niños y niñas, es una tarea prioritaria en nuestro país, que se adapta a las nuevas necesidades y desafíos.
Fidel fue el máximo impulsor de esta idea, bajo la premisa de que La Revolución debía avanzar con la plena participación de la mujer. Por eso crearon las condiciones, mediante los Círculos infantiles para que las féminas pudieran conciliar la vida laboral y familiar.
Llega la tarde y Laura regresa al Círculo infantil para recoger a su hijo, que ahora juega animadamente con otros niños. Lo abraza fuerte y una pequeña sonrisa se abre paso en su rostro.
Los círculos infantiles, flores de abril sembradas en el corazón de Cuba, aun florecen, y alimentan el espíritu de las madres que además de cuidar a sus pequeños, crecen en el ámbito profesional.
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