El 28 de mayo de 1957, el Ejército Rebelde, bajo el liderazgo del Comandante en Jefe Fidel Castro, protagonizó uno de los enfrentamientos más significativos de la lucha revolucionaria en Cuba: el Combate del Uvero. Esta batalla marcó un punto de inflexión, y consolidó la fuerza y el espíritu combativo del naciente ejército rebelde.

Los combatientes recorrieron la noche anterior alrededor de 16 kilómetros en un arduo trayecto de ocho horas para llegar hasta el cuartel del Uvero, ubicado estratégicamente a la orilla del mar. Esta posición permitía atacar desde tres puntos diferentes y, al mismo tiempo, proteger a la población civil cercana.

Con la orden de abrir fuego dada por Fidel Castro, el ataque fue frontal y valiente, con hombres que avanzaban a pecho descubierto ante una fuerte resistencia del ejército enemigo. En poco más de dos horas y media, el cuartel fue tomado, con un saldo de 15 rebeldes caídos y 46 bajas en las filas enemigas.

El guerrillero Ernesto Che Guevara calificó esta batalla como una de las más sangrientas y decisivas para el Ejército Rebelde, pues marcó su mayoría de edad y elevó la moral y la esperanza de triunfo de sus combatientes.

Este combate también sirvió para que figuras como el Che Guevara y el comandante Almeida comenzaran a destacar por su valentía y liderazgo. En resumen, el Combate del Uvero representó un triunfo táctico, y significó el fortalecimiento del espíritu revolucionario y la consolidación de un ejército que ya poseía “el secreto de la victoria sobre el enemigo”, como lo reflejó años después el propio Che Guevara.

Rosicler Quiñones Salgado
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