Por: Caruvy Capote

Derechos, deberes y valores se vinculan al tema de la comunicación. Es fundamental la escucha activa como derecho y deber, desde el escuchar y el ser escuchado. Además se debe tener en cuenta que el contenido de lo expresado sea reflejo de la educación en valores.

Preferir la palabra no ofensiva y no la peor variante a pesar del disgusto o malestar que implique una situación, ya que lo más importante es explicar o recibir explicaciones a través de un diálogo respetuoso y evitar que prevalezca el descontrol emocional que incite a la competitividad del daño, que está muy lejos de comunicarse desde lo saludable.
Es por eso que la efectividad de la comunicación se vincula de una y otra forma a la calidad de lo que se expresa afectivamente en positivo o negativo.

La intimidación y el sometimiento, la permisividad y el autoritarismo son maneras inadecuadas del comunicar.

Tener presente que siempre hay comunicación y siempre somos modelo educativo para alguien, en la buena y mala actuación, alguien observa y puede encontrar atractivo en lo que se dice o se hace.
Mucho peor cuando los observadores son niños, niñas y adolescentes.

Siempre hay comunicación, es imposible no comunicar, pero puede ser deficiente la forma que se utiliza, ni siquiera es suficiente la buena intención. La mirada, el tono de voz, la gestualidad, la expresividad, movimiento y posición corporal están presentes en las diferentes formas de comunicar.

El silencio en todos sus matices es comunicación, cuando no se da cariño o besa a los seres queridos, si no se les dice «te quiero» o «te amo» alegando que no hace falta porque «se infiere». Es no efectiva la comunicación además si se silencia el afán de saber infantil, si no se responden sus preguntas y es que todo ello implica maltrato violencia o agresión.

Estar de acuerdo en encontrar códigos de respeto, implica estar de acuerdo hasta en los desacuerdos.
Hablar con franqueza o decir las verdades en la cara no significa utilizar lo ofensivo, humillar o ridiculizar a alguien.

La comunicación efectiva en positivo, fomenta la paz, es enriquecedora y desarrolladora, educa y lleva a la reflexión y sensibilización. Significa esperar el momento de mayor paz y equilibrio emocional de los participantes para favorecer la escucha.

Resulta esencial reconocer errores, decir «me equivoqué» es valioso, si es dicho desde la convicción, pedir disculpas, pedir perdón y perdonar es válido. Aunque mucho mejor es prevenirlo con buenas acciones transparencia y lealtad.
Es necesario no rumiar venganzas, rencores o resentimientos, ni fomentar hostilidades y odios.

Amar la comunicación es no lastimarla. Siempre podemos reaprender a comunicarnos mejor y ser mejores personas.

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