El 4 de junio de 1959, la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro, sembró las bases de una transformación económica radical con la fundación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Más allá de la redistribución de tierras, el INRA, bajo la dirección inicial de Antonio Núñez Jiménez, se propuso industrializar el país, designando al Comandante Ernesto «Che» Guevara al frente de su Departamento de Industrialización.

La Cuba de 1959, marcada por una economía dependiente del monocultivo del azúcar, necesitaba urgentemente diversificar su producción. El Che, al frente de este desafío, se encontró con una industria obsoleta, escasez de técnicos cualificados y una fuga de cerebros alarmante.

A pesar de estas dificultades, el Departamento de Industrialización logró un aumento del 17% en la producción industrial en 1959, optimizando los recursos existentes. En 1960, ya controlaba alrededor de 50 empresas, implementando una organización eficiente para aprovechar al máximo los recursos disponibles. La nacionalización de empresas en octubre de 1960 triplicó su tamaño, un proceso que, sorprendentemente, no afectó negativamente la producción, gracias a la cooperación obrera.

Para 1961, el departamento administraba 15 consolidados que representaban el 80% de la producción industrial cubana. El INRA, con el Che a la cabeza de su Departamento de Industrialización, sentó las bases para una nueva era industrial en Cuba, marcando un hito en la historia económica del país.

Rosicler Quiñones Salgado
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