A Sonia la conocí hace muchos años. Yo era muy joven. Ella mayor, pero muy alegre y terrenal.
Fue la doctora de mis hijos y sus diagnósticos siempre fueron certeros.
También fue la doctora de muchos ariguanabenses que hoy son médicos, ingenieros, maestros. Algunos viven aquí y otros, fuera de Cuba.
Recuerdo su sonrisa y aquella expresión que me decía cada vez que la visitaba: es hora de que pase a otro plano.
Me contaba historias de sus estudios en la Escuela de Medicina Victoria de Girón, de sus vivencias con los pacientes, a quienes atendió sin reparos.
La muerte de uno de sus hijos la golpeó duro como a toda madre que le ha tocado vivir ese doloroso suceso. Aún así, nunca abandonó su afán de conocer, no sólo de Medicina, sino de metafísica, política y hasta música.
Fue una mujer fuerte, pero a la vez compasiva. Hoy me siento triste, pero soy afortunada pues también fue una de nuestras oyentes más activas.
Descansa en paz, amiga Sonia. Siempre recordaré nuestras charlas y el cafecito que hacías tan sabroso.
De ti aprendí a tener mis pies bien puestos en la tierra y a dejar ir lo que me hace daño.
Desde Radio Ariguanabo te agradeceremos por haber sido parte de nuestro camino por la vida.
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