El sistema político cubano establece a los delegados de circunscripción como la base de su estructura de gobierno. Elegidos directamente por los vecinos por un período de cinco años, estos ciudadanos representan la instancia más cercana a la población dentro de la Asamblea Municipal del Poder Popular.

Su función principal es servir de puente entre la comunidad y el gobierno. Recogen las quejas, problemas y necesidades de sus electores, tales como como el estado de las calles, el abastecimiento de agua, o la recogida de basura, y las trasladan a las asambleas municipales para su debate y posible solución. Una herramienta clave para esto son las rendiciones de cuenta, reuniones periódicas donde los delegados informan a sus electores sobre su gestión y las respuestas recibidas de las instituciones.

Sin embargo, su papel enfrenta limitaciones significativas. Aunque son la cara más visible del sistema, su poder real de decisión es escaso. Dependen de un aparato administrativo centralizado y de recursos limitados, lo que a menudo impide que puedan resolver los problemas de fondo que les plantean los ciudadanos. Esto genera, en muchos casos, frustración tanto en las personas como en los propios delegados, quienes actúan más como gestores de demandas que como tomadores de decisiones.

En conclusión, la figura del delegado de circunscripción es fundamental para la legitimidad del modelo cubano, al ser el nivel de gobierno con elección directa.

Dayamí Tabares Pérez
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